La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, pidió el jueves a Turquía que mantenga abierto el último acceso transfronterizo que permite encaminar ayuda humanitaria al norte de Siria, amenazado de cierre por Rusia.
La autorización de este último cruce transfronterizo, en vigor desde 2014, expira el 10 de julio y necesitará un voto del Consejo de Seguridad de la ONU a inicios de julio. Rusia, aliado del gobierno sirio, amenaza con un veto.
«Tenemos que prolongar ese punto de acceso, tenemos que seguir suministrando ayuda», declaró Thomas-Greenfield desde un centro logístico de Naciones Unidas situada a tres kilómetros de la frontera entre Turquía y Siria.
Cerca de 10.000 camiones con ayuda humanitaria pasaron por este lugar el año pasado con destino a Idlib, el último bastión yihadista y rebelde de Siria, donde viven tres millones de personas en condiciones precarias.
Los observadores creen que Rusia intenta utilizar el mantenimiento del acceso humanitario como moneda de cambio en el contexto de la guerra en Ucrania.
«Sabemos que la situación ya es terrible ahí, que la gente sufre», subrayó la embajadora estadounidense. Añadió que si la autorización no se renueva, afectará a «millones de sirios».
«Esto empeorará el sufrimiento, aumentará el número de personas desplazadas y posiblemente aumentará el número de personas que podrían intentar cruzar la frontera con Turquía», dijo, al final de una visita de 24 horas a Turquía.
Más de 80% de la población del noroeste de Siria depende de este acceso para su supervivencia, según la ONU.
Desde 2020, solo el cruce de Bab al-Hawa ha permanecido abierto. Otros tres quedaron excluidos del ámbito de aplicación de la resolución debido a la oposición rusa.
AFP