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Jurassic World: Dominion, entre la nostalgia y la distopía

Casi 30 años después del estreno de Jurassic Park (Steven Spielberg), la mítica saga vuelve con la última entrega de su segunda trilogía, Jurassic World: Dominion, en la que Laura Dern y Sam Neill están de regreso para salvar al mundo del impacto ecológico sin precedentes que podría suponer liberar a dinosaurios modificados genéticamente.

Jurassic World: Dominion, que acapara ya la atención del gran público con su llegada a la gran pantalla, está escrita por Emily Carmichael y Colin Trevorrow, y la dirección recae en el propio Trevorrow.

Este filme supone la culminación del universo Jurassic World, que se inició en 2015 y continuó con menos éxito el legado y las altas expectativas que había dejado Jurassic Park.

Se trata de una producción en la que se fusionan la nostalgia de los fans primerizos de la franquicia allá por 1993 con una distopía en ocasiones difícil de asimilar.

Aunque, realmente el principal atractivo de la película es volver a ver en pantalla a parte de los actores que engrosaron el elenco de Jurassic Park en 1993. Concretamente, la dupla de paleontólogos conformada por Laura Dern (Ellie Satler en la película) y Sam Neill (Alan Grant), además de a Jeff Goldblum (Ian Malcom).

Todo aderezado con, eso sí, efectos especiales de vanguardia que cristalizan en una cinta en la que la acción y la aventura no cesan durante sus 146 minutos de duración.

En una entrevista concedida a Efe previa al estreno, la actriz Bryce Dallas Howard (Claire Dearing) afirmó que Jurassic World: Dominion describe «un mundo peligroso que no habíamos visto antes».
«¿Qué ocurre cuando la tecnología cae en las manos equivocadas?», se preguntó la intérprete californiana que desde 2015 lleva inmersa en el universo Jurassic World, participando también en videojuegos de esta franquicia.

Y es que, tras inesperados giros y vueltas por el mundo, los protagonistas de esta película acabarán inmersos en un sinfín de escarceos con la muerte desde las oficinas centrales de la compañía Biosyn, ubicadas en el macizo montañoso de los Dolomitas (Italia).

El cuartel general desde el que esta empresa dedicada a la ingeniería genética, y con un turbio historial relacionado también con la seguridad alimentaria, experimenta con su propio santuario de dinosaurios.

“En otras entregas vimos a humanos explotando dinosaurios y muchos dinosaurios comiéndose a personas, pero ahora es diferente; estamos en un contexto en el que tenemos que sobrevivir juntos contra los efectos de la tecnología genética», detalló Dallas Howard.