Guionista de profesión, la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, pasó de los bastidores al centro de la escena política desde la invasión rusa, haciendo oír su voz para abogar en favor de su pueblo.
A diferencia de Volodimir Zelenski, uno de los actores más conocidos del país antes de su elección a la presidencia en 2019, su esposa, de 44 años, se mostró poco dispuesta a ocupar posiciones públicas.
Al comienzo de la ofensiva rusa, pasó varias semanas escondida, moviéndose de un refugio a otro mientras las tropas de Moscú se acercaban a Kiev.
Esta rubia esbelta, de cabello largo y estilo reservado, sorprendió a nivel internacional al dirigirse esta semana al Congreso de Estados Unidos para pedir un mayor apoyo occidental a Ucrania.
«Ayúdenos a poner fin a este terror contra los ucranianos», imploró, llorando, a los representantes estadounidenses mostrándoles en persona imágenes de niños lisiados, cuatro meses después de la intervención por videoconferencia de su marido.
Zelenska subrayó ser la primera esposa de un líder extranjero en dirigirse al Congreso, lo que le valió una ovación.
Sin embargo, el arte de la diplomacia no le es natural. «Siempre fui una personalidad no pública y no me gusta la atención extra que se me presta», comentó a la revista francesa Elle unos meses antes de la invasión.
«En dos años y medio como primera dama, muchas cosas cambiaron para mí. Soy consciente de que el destino me brinda una oportunidad única de comunicarme con la gente», añadió.
Licenciada en Arquitectura, Olena Kiachko, su apellido de soltera, creció en Kryvy Rig, en el centro de Ucrania, de donde también proviene su marido.
La pareja se conoció cuando tenían 17 años y su amistad se convirtió en romance cuando comenzaron su carreras en la industria del entretenimiento, él como comediante y ella escribiendo sus chistes.
– No entraré en pánico –
Se casaron en 2003, antes de mudarse a Kiev, donde dio a luz a Oleksandra, ahora de 17 años, y a su hermano menor Kyrylo, de 9.
Desconocida para el público en el momento de la elección de su marido en 2019, Olena Zelenska aseguró en entrevistas que su esposo no la había advertido cuando decidió presentarse a la presidencia.
Se enteró como todos los demás en las redes sociales, y le resultaba difícil apoyarlo en los eventos oficiales al comienzo de su mandato.
«Es una persona de deber», explica Anna Chapliguina, especialista en etiquetas. «No como Michelle Obama», muy cómoda en el centro de atención, sino más bien como «Kate Middleton en sus inicios» en la familia real, compara.
«Nunca soñó ni aspiró a convertirse en primera dama. Se encontró allí por casualidad, y en medio de una crisis planetaria», resume Chapliguina a la AFP.
Cuando se fue a dormir el 23 de febrero, la víspera de la invasión, Zelenska nunca imaginó que no volvería a dormir al lado de su marido durante varios meses.
Si bien Volodimir Zelenski estaba decidido a no huir de las fuerzas rusas, su esposa se escondió con los niños, suspendiendo sus campañas en favor de la mejora de las comidas escolares y la promoción de la lengua y la cultura ucranianas en el extranjero.
«No voy a entrar en pánico y llorar. Estoy tranquila y tengo confianza», aseguró a sus compatriotas en un mensaje publicado en Facebook ese día.
– Más vidas salvadas –
En las semanas siguientes, la familia solo pudo ver a Volodimir Zelenski en sus apariciones en las redes sociales y en los medios de comunicación.
El regreso de Zelenska a la escena tuvo lugar en un encuentro con la primera dama estadounidense Jill Biden en el oeste de Ucrania el 8 de mayo.
Desde entonces, la ucraniana cumple tanto con su agenda de contactos con las esposas de los dirigentes como con sus discursos y entrevistas.
En Estados Unidos, conmovió a los legisladores con imágenes de Liza Dmitrieva, una niña que había conocido y que murió en un ataque ruso la semana pasada en Vinnytsia, en el centro de Ucrania.
Para Aliona Guetmantshuk, directora del New Europe Center -un grupo de reflexión en Kiev-, el toque personal de Zelenska contribuye a «reforzar el mensaje» sobre la situación crítica en la que se encuentra su país.
«Habla de las necesidades humanitarias, que es un tema habitual para una primera dama, pero también muestra que, en el caso de Ucrania, más ayuda militar es sinónimo de más vidas salvadas».
AFP