Hace 30 años, el lunes 24 de agosto de 1992, un enorme huracán desató su furia sobre Miami-Dade. La aplanadora llamada Andrew, con vientos de 165 millas o más por hora, unos 265 km/h, amenazó el centro de la ciudad y a última hora hizo un pequeño giro para desatar su fuerza sobre la zona sur del condado floridano, donde destruyó 63.000 viviendas, dañó parcialmente 100.000 y causó la muerte a 65 personas, así como heridas a cientos.
El centro de la ciudad fue embestido con vientos de 115 millas por hora, 185 km/h, y pequeños tornados. Grandes ventanales de rascacielos cayeron a las calles, arboledas fueron reducidas a escombros, techos de casas fueron dañados y en unos minutos la ciudad, con sus zonas adyacentes, dejó de ser una urbe del llamado primer mundo, sumida en el caos de la supervivencia, sin electricidad, ni agua ni comida, en medio de un agotador verano de agosto.
Unos días antes, el 16 de agosto, los meteorólogos advirtieron de la formación de una onda tropical, en medio del océano Atlántico, cuyas lluvias y vientos anticipaban la formación de un huracán.
Una fuerte zona de alta presión, ubicada encima del archipiélago de Bahamas, forzó al ciclón a seguir una ruta recta hacia Miami.
“Entonces, muchos [miamenses] desestimaban los pronósticos de ciclones y optaban por seguir sus vidas”, recordó Frank, vecino de Coral Gables.
Incluso, muchos jóvenes celebraban la cercanía de huracanes y preparaban fiestas, cerveza en mano.
“Se burlaban”, señaló el vecino de Coral Gables. “Pero tras el paso destructor de Andrew las cosas cambiaron: ahora prestamos más atención a los partes de meteorología y nadie se atreve a celebrar un hurricane party”.
De hecho, el día anterior a la llegada de Andrew, el domingo 23 de agosto, el Sol resplandecía en Miami, como es habitual, y el cielo mostraba un color azul intenso, sin la presencia de nubes que anticiparan la tormenta por venir.
“Recuerdo que muchos fueron a la playa, otros acudieron a última hora a los supermercados a comprar comida y agua, a las ferreterías a buscar tablas para resguardar sus ventanas”, memorizó Sandra, vecina de la zona de Cutler Ridge, donde el huracán azotó horas después.
La suerte estaba echada. Andrew estaba a la vuelta de la esquina y se preparaba, con toda su furia, para azotar a Miami.
Unas 65 personas murieron y se reportaron más de 27 mil millones de dólares en pérdidas económicas luego de los embates del sistema.
Jannete Núñez, vicegobernadora de Florida, explicó que desde “la división de manejo de emergencias siempre están listos para asistir, y ayudar a esas personas que están pasando por una situación difícil en sus vidas”.
Daniel Llargués de FEMA asegura que “si hay una declaración presidencial vamos a llegar a esa zona declarada a ayudar”.
Si bien el fondo de FEMA no cubrirá el 100% de las pérdidas, un plan de emergencia podría ayudarte a enfrentar estos eventos.
“Nosotros ofrecemos una guía y una lista en listo.gov o en la aplicación de FEMA, para Androides y para APPLE”, advirtió Daniel Llargués.
Con información de Telemundo 51 y Diario de las Américas