El alza de precios de alimentos y energía representa un riesgo social para los Estados, pero intentar contener ese impacto con recortes de impuestos, subsidios o incluso control de precios podría ser una carga demasiado pesada para las finanzas públicas, alertó este miércoles el FMI.
«Los Estados enfrentan un dilema cada vez más urgente y doloroso», explicó a la AFP el director del departamento de Finanzas Públicas del FMI, Vitor Gaspar, con motivo de la publicación del informe sobre políticas presupuestales «Fiscal Monitor» del organismo.
«En un contexto de crisis del costo de vida, es esencial proteger a los más vulnerables, ya sea que se trate de hogares de menores ingresos o de Estados más pobres», añadió.
En un panorama de múltiples shocks desde inicios de año, los países que ya aumentaron sus gastos para enfrentar la pandemia no tienen necesariamente los márgenes fiscales suficientes para combatir la inflación.
Según el informe, los países deben ser prudentes con sus políticas de ayuda, y mantener un nivel de gastos sostenible.
«Recomendamos a los gobiernos mostrarse más generosos en sus dispositivos de ayuda ante los precios de la alimentación. Es una cuestión básica de subsistencia. Sobre la energía, conviene tener un abordaje más enfocado», dijo en conferencia de prensa el director adjunto del departamento, Paolo Mauro.
En cambio, intentar responder a este problema con controles de precios, subsidios o recortes de impuestos «será muy costoso fiscalmente hablando y, al final de cuentas, poco eficaz», advierte el Fondo.
En el caso de los países más pobres, no podrán prescindir de ayuda humanitaria y financiamientos de emergencia.
«Abrimos una ventana especial de financiamiento rápido ante necesidades alimentarias y otras medidas para limitar esta crisis. Países como Tanzania o Georgia los utilizaron», detalló Gaspar.
AFP