Wilbert Escobar, de 50 años, empuja con fuerza una carretilla con pesados bidones para subir un empinado callejón: carga agua potable para su casa ante la falla crónica de suministro en La Guaira, el estado costero de Venezuela que el presidente Nicolás Maduro compara constantemente con Miami.
A menos de una hora por carretera de Caracas, La Guaira se extiende a través de una estrecha franja costera entre el Mar Caribe y las montañas. Es el destino predilecto de los capitalinos para una rápida huida del caos.
El casco histórico, que atraviesa una remodelación, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y su puerto recientemente incluido entre cinco zonas especiales con las que el gobierno de Maduro espera captar capital de inversión.
“La Guaira le da tres patadas a Miami en belleza, en extensión, en servicio”, dijo Maduro en el canal VTV, en agosto.
Y desde entonces lo repite constantemente.
Escobar llena los bidones con agua en un tubo que está en una plaza. No es solo él, también van jóvenes y niños con carretillas a hacer el mismo trabajo. Otros cargan con los bidones en el hombro.
“Somos como camellos”, grita una vecina que se abre paso entre las carretillas.
Joelia García, de 58 años, ve la faena desde la ventana de su casa, donde una hermosa vista del mar hace olvidar, a ratos, que llevan dos meses sin recibir el servicio por las tuberías.
Para estas personas, cargar agua se ha vuelto una rutina. “Hay veces que dura mes y medio, dos meses, sin llegar”, dije a la Voz de América Escobar, que repite el viaje unas tres veces al día.
“Eso es a cualquier hora del día y lo hacen personas de cualquier edad”, coincide Cristian Loroima, que tiene toda su vida viviendo en la zona.
Hay que resolver este problema
No es que estos pobladores duden del potencial natural de esta región. En los últimos meses, además de pintura en las fachadas de las hermosas casas del casco histórico, la gobernación levantó una gigantesca noria en el malecón, cerca del también flamante estadio de béisbol que recibirá el año próximo la Serie del Caribe.
Las playas también se han vuelto a llenar, dejando atrás el aislamiento de la pandemia de COVID-19.
Pero Wilbert Escobar insiste: “para visualizar el turismo hay que resolver este problema”, el agua.
Y también el servicio eléctrico, blanco de constantes apagones, como en el resto del país, el gas doméstico y la recolección de basura.
“Para que cuando llegue el turista tenga todo a su mano”, sigue Escobar.
Casi 62 % de los venezolanos evalúan entre regular y muy malo el suministro de agua, según una medición de mayo del Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos, crítico del gobierno.
García recuerda que “el tema de los servicios públicos comenzó a fallar prácticamente desde la tragedia”, como en La Guaira se llama tradicionalmente al aluvión que en 1999 arrasó prácticamente con ese estado y mató a miles de personas.
“Empezó a fallar el agua, la recolección de la basura, la luz siempre se va”, sigue.
“El gobierno sí ha implementado funciones para hacer turismo y el pueblo sí ha estado un poco apático, pero eso es por las mismas cuestiones que está pasando con el agua y la luz”.
Voz de América