Unos 300 venezolanos instalaron este miércoles un campamento en la ribera del río Bravo, en plena frontera de México con Estados Unidos, apelando a la compasión de las autoridades estadounidenses que restringieron su acceso al país hace dos semanas.
«Nos venimos para acá con la finalidad de ingresar para que nos den la oportunidad de trabajar (…) pedirle a Dios que nos ayude, que nos ayude y le ablande el corazón al presidente» Joe Biden, dijo a la AFP María Salcedo, venezolana de 36 años.
Un acuerdo migratorio entre Washington y México, anunciado el 12 de octubre, determinó que solo 24.000 venezolanos podrán ingresar a Estados Unidos mediante una petición formal y por vía aérea, mientras aquellos que crucen la frontera ilegalmente serán devueltos a territorio mexicano.
Desde la noche del martes, los sudamericanos arribaron cargados con sus pertenencias y tiendas de campaña que fueron armando durante la madrugada, pese al frío de la desértica Ciudad Juárez, vecina de la estadounidense El Paso.
Los venezolanos desplegaron mantas con mensajes como «Joe Biden, Venezuela te necesita» o «SOS Venezuela, huimos de la dictadura», con la esperanza de que sean leídas por los agentes migratorios estadounidenses.
«Decidimos (…) venirnos para acá, porque aquí es donde está la presión, aquí es donde está Migración, aquí es donde podemos hacer algo de fuerza», explicó Cristian, de 21 años, quien viajó durante un mes desde su país hasta el extremo norte de México.
El joven pide que Biden se ponga «la manito en el corazón» y los deje ingresar para buscar trabajo y «no estar aquí mendigando comida».
El campamento se ubica justo enfrente de un puesto de operaciones temporal que la Patrulla Fronteriza habilitó en septiembre ante el creciente arribo de venezolanos.
Hombres, mujeres con niños y algunas familias cruzaban a pie por el reducido cauce del río para entregarse a los agentes migratorios y tentar el asilo en Estados Unidos, constató la AFP.
En Ciudad de México, en tanto, más de un centenar de venezolanos regresó voluntariamente a su país este miércoles en un vuelo especial cuyo costo por boleto fue de unos 210 dólares.
Julio Caballero, de 32 años y padre de dos hijos, salió de su natal Maracaibo el pasado 19 de septiembre, pero justo al llegar a México se enteró de las nuevas disposiciones migratorias.
«Decidí no pasar a la frontera (con Estados Unidos) porque ya tenía la experiencia de otros compañeros que los estaban expulsando (…) Decido mejor devolverme a mi país, allá esta mi familia», dijo a la AFP momentos antes de abordar el vuelo a Caracas.
También en la capital mexicana, activistas protestaron frente a la Cancillería reclamando respuestas humanitarias para el éxodo venezolano en México.
AFP