El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, visita Canadá este jueves para hablar de la ayuda internacional a Haití, sumido en una crisis política y de seguridad, así como sanitaria, debido a un brote de cólera.
Estados Unidos y Canadá intentan ayudar a Haití, un país paralizado por la presencia de bandas criminales que siembran el terror y cuyo gobierno ha pedido asistencia a la comunidad internacional, si fuera necesario a través de una fuerza de mantenimiento de la paz.
Pero esta idea de fuerza armada genera recelo en parte de la población haitiana y dentro del Consejo de Seguridad de la ONU.
Ningún país se ha ofrecido para encabezarla. Estados Unidos dice que la apoyaría pero sin ponerse al frente.
El jefe de la diplomacia estadounidense para las Américas, Brian Nichols, afirmó el miércoles que es «optimista» y confía en la posibilidad de montar esta fuerza en el marco de la ONU.
Nichols baraja «comienzo de noviembre» como posible fecha para su puesta en funcionamiento.
«Creo que las cosas progresan normalmente», dijo a los periodistas, y mencionó que podría tratarse de «una fuerza policial con elementos militares».
Por de pronto, Estados Unidos y Canadá entregaron a mediados de octubre equipamiento de seguridad a la policía nacional de Haití, mal equipada.
El miércoles Blinken, quien realiza su primera visita a Canadá desde que asumió el cargo en enero de 2021, estimó que será «difícil, si no imposible» ayudar a Haití sin restaurar la seguridad.
«Necesitamos romper el nexo, un nexo muy nocivo, entre las pandillas y ciertas élites políticas que las financian, las dirigen y las utilizan para promover sus propios intereses en lugar de los intereses del país», dijo.
«Si somos capaces de ayudar a romper eso y reforzar la policía nacional de Haití, entonces creo que el gobierno puede controlar la seguridad», añadió.
La ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, Melanie Joly, afirmó que cualquier acción debe «tomar en consideración lo que piensan los propios haitianos».
AFP