Las intensas y continuas lluvias en Aragua, en la región centro norte de Venezuela, dejaron al menos 58 muertos en las primeras semanas de octubre y arrasaron urbanismos enteros, pero más allá de poner la lupa en la gran cantidad de agua que cayó en el mes, expertos dan cuenta de un abanico de circunstancias que lo empeoran todo.
En principio, la falta de una alerta temprana para quienes viven en zonas vulnerables.
El ingeniero civil especialista en geotecnia, Gustavo Iribarren apunta que es necesario poner en marcha estaciones meteorológicas que transmitan información en tiempo real. “Teníamos en el orden de 300 estaciones y, tengo entendido, que están operativas poco más de 80”, detalla Iribarren.
Otro elemento que desencadenó los deslaves es la deforestación provocada, en buena medida, por los incendios que permite que el agua corra con mayor velocidad y arrastre más sedimentos. Al no haber árboles, “el suelo se va saturando, porque es como una esponja y ya no tiene más capacidad para aceptar más agua”, explica el ecologista y director de la organización Sembramos Todos, Enrique García Suárez.
“El problema no solamente fue el exceso de agua, sino que en uno de los ríos que se desbordaron se habían formado diques naturales producto de las lluvias y falta de mantenimiento. Entonces, cuando se le sumó el agua en exceso que venía de la parte alta de la montaña fue la receta perfecta del desastre”, apunta García Suárez.
La ONG Sembramos Todos llama la atención sobre las consecuencias, a corto plazo, de la merma en la vegetación en diferentes áreas del país, como en el Parque Nacional Henri Pittier, ubicado entre los estados Aragua y Carabobo.
«En el Henri Pittier, producto de la deforestación, se han perdido aproximadamente 37 mil hectáreas de bosques, dentro de un Parque Nacional que tiene 107.300 hectáreas. Estamos hablando del 30 % de la vegetación del Henri Pittier y eso es peligrosísimo para las áreas que colindan con él, porque las pone en riesgo”, alerta García Suárez.
Las construcciones de vecindarios cercanos a ríos y quebradas son otro factor que, a juicio de especialistas, debe frenarse para evitar futuras tragedias.
«Todo curso de agua va a reclamar su espacio. El agua es muy celosa. Todas las viviendas informales que están en zonas de cursos de agua deben ser desalojadas. Tan sencillo como eso», resalta el ingeniero Gustavo Iribarren.
El gobierno de Venezuela se comprometió a crear un fondo especial para reconstruir las localidades afectadas por los deslaves y a levantar unas 500 casas para quienes lo perdieron todo. Sin embargo, aún no se ha detallado cuánto costará este plan y cuánto tiempo tomará ejecutarlo.
Voz de América