El nuevo primer ministro británico, Rishi Sunak, abogó este viernes ante el presidente francés, Emmanuel Macron, por una cooperación más estrecha entre sus países en materia de inmigración, para atajar las llegadas de migrantes irregulares por el Canal de la Mancha.
La primera conversación telefónica entre ambos líderes permitió al tercer jefe de gobierno británico en dos meses abordar este tema candente para los conservadores, que prometieron controlar la inmigración tras el Brexit pero siguen sin lograrlo, y que envenena las relaciones entre Londres y París.
«El primer ministro subrayó la importancia que tiene para ambos países hacer que la ruta del Canal sea completamente intransitable para los traficantes de personas. Los líderes se comprometieron a estrechar su colaboración para desalentar los cruces mortales del canal que benefician al crimen organizado», afirmó Downing Street en un comunicado.
El gobierno británico ya ayuda financieramente a las autoridades francesas a vigilar su litoral para evitar que zarpen las barcas con migrantes.
Pero, según el periódico The Times, Sunak quiere ir más allá y negociar un acuerdo que marque objetivos de número de embarcaciones interceptadas, un número mínimo de agentes franceses asignados a la vigilancia de las playas y guardias fronterizos británicos que los acompañen.
También quiere, según la misma fuente, establecer objetivos para que el 80% de las solicitudes de asilo se tramiten en seis meses, frente a la media actual de 480 días, y endurecer las condiciones para su concesión.
Más de 38.000 migrantes cruzaron el Canal de la Mancha en precarias embarcaciones desde principios de año, más que en todo 2021, que ya fue un año récord. Solo el jueves llegaron 308.
El sistema de asilo del Reino Unido está totalmente desbordado por la afluencia, con más de 117.000 casos pendientes. El centro de recepción en el que se supone que los migrantes transitan durante 24 horas a su llegada está abarrotado con personas que llevan allí más de 30 días y muchos duermen en colchonetas.
Los sucesivos gobiernos conservadores británicos se han planteado todo tipo de medidas, algunas de las cuales fueron abandonadas por ilegales o inviables, como empujar a los barcos fuera de las aguas británicas con olas artificiales, encerrar a los inmigrantes en transatlánticos o enviarlos a islas remotas.
El último plan, anunciado bajo el mandato de Boris Johnson, consiste en enviar a Ruanda, país africano a 6.500 km de Londres, a los solicitantes de asilo que lleguen ilegalmente. Este controvertido plan está paralizado a la espera de una decisión judicial.
AFP.