Como si fuera un episodio del drama político «Borgen», la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, lucha por mantenerse en el cargo en las elecciones legislativas del martes que podrían darle el poder a uno de sus rivales.
Con un escenario político fragmentado entre 14 partidos, ninguno de los dos grandes bloques podrá alcanzar la mayoría de 90 escaños entre los 179 asientos del Folketing, el parlamento danés, según los sondeos.
El «bloque rojo» de izquierda, encabezado por los socialdemócratas de Frederiksen, aparece con 49,1% en las encuestas, lo que le daría 85 escaños, frente a 40,9% o 72 escaños, del «bloque azul» de partidos de derecha.
«Se trata de ganar el centro, porque los que ganan el centro se quedan con el cargo de primer ministro», explicó el politólogo Kasper Hansen, profesor de la Universidad de Copenhague.
En ese centro están los Moderados, un partido nuevo fundado por el exprimer ministro liberal Lars Lokke Rasmussen, y las encuestas apuntan a que tendrá 10% de los votos, 18 asientos, cinco veces más que en los sondeos de septiembre, algo que sorprende a los analistas.
Rasmussen, un político experimentado, se ha negado a apoyar a alguno de los bloques antes de la votación.
Su compañero de partido Jakob Engel-Schmidt ha dicho que están «listos para trabajar con el candidato que facilite la mayor cooperación en torno del centro para adoptar las reformas necesarias».
Los Moderados buscan reformas a la salud y las pensiones.
– Duras negociaciones –
En su esfuerzo por atraer a los electores del centro, los socialdemocrátas han anunciado la intención de cruzar las líneas que tradicionalmente dividen a la política danesa y han coqueteado con la idea de los Moderados de un gobierno de coalición centrista.
«Eso es directamente lo contrario de lo que ella (Frederiksen) decía antes, y creo que es porque siente que podría perder el poder», comentó a AFP Martin Agerup, director del centro de estudios liberal CEPOS.
Pero la derecha, encabezada por dos aspirantes al cargo de primer ministro, no ha hecho esa oferta para atraer al centro.
Sin una mayoría clara de ninguno de los dos, podrían intentar formar gobierno después de la elección, algo que podría redundar a favor de Lokke Rasmussen.
«Él es un tipo feroz en las negociaciones», aseguró Agerup.
La trama parece salida del exitoso drama político «Borgen», cuyo nombre viene de la sede de los poderes Ejecutivo y Legislativo en Dinamarca, donde la líder de un imaginario partido centrista maniobra sutilmente hasta convertirse en primera ministra.
– Derecha populista dividida –
Pero al margen de la ficción, los socialdemócratas, la mayor fuerza política del país, intentan «jugar la carta de que son el partido correcto para tiempos inciertos», según Rune Stubager, profesor de ciencias políticas de la Universidad Aarhus.
Su manejo de la pandemia del covid-19 fue generalmente elogiado, pese a un tropiezo cuando ordenaron sacrificar los visones del país por temor a una variante del coronavirus, lo que resultó ser ilegal.
Y con la economía en dificultades, han adoptado medidas para que la población pueda hacerle frente a los precios crecientes.
Ahora proponen un impuesto de carbono a la agricultura y un aumento salarial para el sector público, mientras sus aliados hacen campaña con la protección de la biodiversidad y el apoyo para los niños y sectores vulnerables.
En el escenario político hay un consenso sobre la preservación de la restrictiva política migratoria, un tema que rara vez se pone en discusión.
«Hay un consenso claro en el Parlamento para políticas migratorias estrictas y también en la opinión entre los daneses», sostuvo Hansen.
La derecha populista antimigratoria podría alcanzar más escaños en esta elección pero está dividida entre tres partidos que en conjunto reciben 15,5% de las intenciones de voto en las encuestas.
«Tenemos que proteger también a nuestra sociedad, y eso significa que no podemos abrir las fronteras», afirmó a AFP Bjarke Rubow Jensen un antropólogo de 35 años y simpatizante de los socialdemócratas.
AFP.