Corea del Sur recordó el sábado con vigilias y congregaciones a las 156 personas muertas en una aglomeración durante la fiesta de Halloween el fin de semana anterior, cuya gestión por parte de las autoridades provocó un malestar creciente en el país.
Las víctimas, en su mayoría jóvenes, habían acudido junto a unas de 100.000 personas, según estimaciones, al popular distrito de ocio nocturno de Itaewon, en Seúl, para celebrar la primera fiesta de Halloween después de la pandemia.
Las autoridades surcoreanas reconocieron que no hubo suficiente planificación para garantizar la seguridad de tal multitud y la oposición acusa al gobierno del presidente Yoon Suk-yeol de no asumir la responsabilidad del desastre.
En una muestra de este enfado, una mujer, identificada por los medios locales como madre de una de las víctimas, destruyó el viernes la ofrenda floral depositada por el presidente y el alcalde de Seúl en el memorial erigido tras la tragedia.
«¿Qué sentido tienen estas flores si no pueden proteger (a nuestros hijos)? Piensen en ello», decía la mujer en las imágenes retransmitidas por las televisiones locales.
«¿Qué sentido tiene estar junto a esto (las coronas funerarias) cuando dejan morir a nuestros hijos?», añadió, antes de que la policía la apartara del memorial, ubicado en el Ayuntamiento de Seúl.
Tanto el presidente Yoon como otros altos funcionarios, como el jefe nacional de policía o el ministro de Interior, pidieron perdón.
«Como presidente que es responsable de las vidas y la seguridad de la población, estoy profundamente entristecido y lo siento», dijo.
«Sé que nuestro gobierno y yo (…) tenemos una enorme responsabilidad en garantizar que esta tragedia no vuelva a ocurrir».
– Investigación de la gestión –
Yoon, del conservador Partido del Poder Popular, se enfrenta a unos mínimos históricos de aprobación desde que asumió el cargo, en mayo. Y ahora, sus opositores políticos tratan de debilitar más a su gobierno por la tragedia de Halloween.
Un grupo cívico vinculado al principal partido opositor organizó vigilias con velas en la noche del sábado por todo el país, incluyendo ciudades como Seúl, Busán, Gwangju y Jeju.
Los manifestantes portaban pancartas y corearon consignas pidiendo la «dimisión de Yoon Suk-yeol».
En el barrio de Itaewon, donde se produjo la tragedia, entre un océano de homenajes florales a las víctimas, se habían dejado varios mensajes.
Uno de ellos decía: «La próxima vez no permitiremos que nos dejes». Y otro: «Nunca te olvidaré».
«No puedo creer que gente de mi edad haya muerto porque quería divertirse en Halloween», declaró Park Tae-hoon, de 29 años, uno de los organizadores de una movilización de jóvenes y miembro del partido político progresista Jinbo.
«No fue hasta ayer que el presidente pidió perdón», dijo a la AFP, señalando que el objetivo de la marcha era pedir castigos para los responsables y medidas para prevenir futuras tragedias.
Corea del Sur decretó luto nacional hasta este sábado, durante el cual las banderas ondearon a media asta y los eventos de entretenimiento fueron cancelados.
El escrutinio público sobre cómo se gestionó la multitud se intensifica y hay en marcha una amplia investigación para establecer la causa exacta de la tragedia.
Al no existir un organizador de la fiesta, el gobierno no pidió a los bares, discotecas y restaurantes, algunos ubicados en estrechos callejones de Itaewon, que presentaran un plan de seguridad.
Y aunque la policía estimó de antemano la participación en 100.000 personas, solo desplegó 137 agentes, mientras tenía a otros 6.500 movilizados en otra parte de Seúl para una protesta antigubernamental mucho menos concurrida.
AFP