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Xiomara Castro apuesta por la polémica fórmula de Nayib Bukele para enfrentar la inseguridad en Honduras

Chamelecón es uno de los barrios más violentos de Honduras, lleva siéndolo desde principios de siglo. Aquí creció la pandilla MS13 junto a otras bandas locales, como Los Olanchanos, que han hecho del lugar uno de los cuarteles del tráfico de marihuana, cocaína e incluso drogas sintéticas. Aquí el ejército y la policía de Honduras han entrado y salido innumerables veces, en ocasiones bajo estado de sitio, para intentar, con poco éxito, controlar el crimen.

En los próximos días, Chamelecón, un inmenso páramo de calles polvorientas, casas de construcción mixta y chabolas que se extiende desde el río Sula hasta el vecino cerro de El Merendón, en la periferia sur de San Pedro Sula, volverá a estar bajo estado de sitio. Este lugar es uno de los 120 barrios, comunidades o aldeas en los que el gobierno de Xiomara Castro ha anunciado que implementará estados parciales de excepción como parte de una cruzada nacional para combatir el crimen, la extorsión y la inseguridad en el país.

La presidenta Castro anunció las nuevas medidas el jueves 24 de noviembre, luego de una reunión con la cúpula de la Policía Nacional en Tegucigalpa. La presidenta pidió a sus jefes policiales recomendar “a los gobiernos municipales poner en marcha el estado de excepción parcial y suspender las garantías constitucionales en los lugares que lo ameriten”, según la información de la presidencia hondureña.

Luego, Héctor Gustavo Sánchez, director de la Policía Nacional, detalló que las medidas se aplicarán en 120 comunidades, entre las que está Chamelecón. La próxima semana, el gobierno enviará al decreto pertinente al Congreso Nacional.

No está claro, por ahora, que implicarán estos estados de sitio parciales ni qué derechos constitucionales limitarán, pero desde ya algunos sectores de la sociedad civil hondureña han encendido alarmas. El jesuita Ismael Moreno del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC) teme que estas medidas no ataquen al crimen organizado y privilegien la represión sobre “soluciones auténticas a la problemática de la violencia y extorsión y se termine fortaleciendo la militarización de la sociedad”.

La noticia de que unidades especiales del ejército y la policía llegarán de nuevo a Chamelecón no es nueva para los vecinos. Los uniformados entran y salen regularmente desde 2004, luego de que un comando paramilitar masacró a 28 personas, incluidos siete niños, en el interior del bus, cerca de uno de los predios centrales del barrio y a pocos metros de una posta policial.

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