Cientos de miles de creyentes se encontraron este jueves en la basílica de la Virgen de los Milagros de Caacupé, el templo católico más grande de Paraguay, a 50 km de Asunción, para celebrar el Día de la Inmaculada Concepción de María.
Se trata de la primera concentración religiosa multitudinaria sin restricciones tras dos años de prohibiciones por la pandemia de Covid-19.
Bajo un calor intenso, con una sensación térmica de 43ºC según la Dirección de Meteorología, la peregrinación tradicional de devotos ante la llamada Patrona del Paraguay dejó como saldo parcial dos muertos y más de 10.000 personas atendidas en puestos instalados por el Ministerio de Salud, informaron las autoridades policiales y sanitarias.
Otros 4.000 caminantes fueron socorridos por bomberos voluntarios, de acuerdo con el reporte oficial.
A pie, en bicicleta, en caravanas de motos, carretas tiradas por bueyes, montados sobre burro, automóviles y ómnibus, un millón de personas se agolparon frente a la basílica para la misa central en la mañana del jueves, reportó la Policía nacional.
Las fuerzas de seguridad estiman que Caacupé recibirá unos 4 millones de personas durante la semana de la fiesta mariana.
Una persona de 82 años murió de un infarto antes de ascender al cerro Caacupé, paso previo para llegar al templo.
Otro hombre murió en un accidente automovilístico sobre la ruta internacional número 2, reportó el subjefe del operativo Caacupé de Policía Caminera, Ramón Cabrera.
El agente dijo que «se triplicó la cantidad de personas» que concurren habitualmente a Caacupé, en coincidencia con el fin de las restricciones por la pandemia.
La Virgen de los Milagros de Caacupé -en lengua guaraní «detrás del cerro»- es una imagen tallada en madera por un indio en tiempos de la colonia española (1600). Según la leyenda, la hizo como una promesa tras encomendarse a la virgen para que salvara su vida cuando una tribu de aborígenes enemigos lo perseguía.
– Reencuentro pospandemia –
«Este es el año del reencuentro después de la pandemia», dijo a la AFP el obispo de la Diócesis de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela. «Tenemos que reconocer que la pandemia (que dejó 18.664 muertos), desanimó mucho al pueblo», confesó al reconocer que muchos feligreses se alejaron forzados por la orden de aislamiento.
«Nos prohibían acercarnos a ellos. En esta fiesta estamos notando un rebrotar de la fe sobre todo en los jóvenes», sostuvo.
En su homilía, monseñor Valenzuela lanzó duras críticas dirigidas contra los políticos, la corrupción y la impunidad.
«Ser corrupto significa estar en connivencia con el mal y que el mal va a seguir reinando mientras el corrupto continúe al frente de las instituciones. Al corrupto no le importa seguir haciendo daño», enfatizó.
AFP