«¡Avancen! ¡Muestren sus manos, saquen sus papeles!». En una orilla del río Dniéper cerca de Jersón, dos policías ucranianos apuntan con sus kaláshnikov y obligan a dos hombres a atracar su barca.
La escena se produce en la margen derecha del río que separa la línea de frente en esta localidad del sur de Ucrania, liberada hace un mes tras ocho meses de ocupación rusa.
El control policial refleja el clima de sospecha que impera en Jersón, donde las autoridades buscan a personas que «colaboraron» con los rusos o siguen haciéndolo.
Los dos hombres de la barca venían de una de las islas cercanas a la orilla izquierda, controlada por los rusos, aunque apenas se vean soldados rusos allí.
«Las evacuaciones sólo están autorizadas en el puerto (de Jersón). Aquí es ilegal», explica a la AFP uno de los policías.
En el puerto hay agentes que «comprueban si las personas están implicadas» en la colaboración con los rusos, agrega.
Sin embargo, la operación policial se ve interrumpida de manera repentina por dos misiles que caen en un islote situado a unos 200 metros de la playa y provocan una gran humareda negra.
Los dos hombres y los agentes se alejan corriendo para protegerse y el interrogatorio se reanuda más tarde.
– «Todos serán castigados» –
Tras la euforia de los primeros días de la liberación, Jersón vive ahora bajo un estricto control policial.
Los agentes verifican los documentos de identidad, interrogan a transeúntes e inspeccionan los baúles de los coches en las salidas de la ciudad y en patrullas en las calles.
Todo ello con el objetivo de detener a «colaboracionistas».
«¿Usted vive aquí pero no sabe dónde se encuentra el surtidor de agua?», reprocha con tono de sospecha un agente a un habitante, que tiene que sacar un documento de su bolsillo para justificar su domicilio.
«Alguna de esta gente estuvo aquí más de ocho meses trabajando para el régimen ruso, y ahora disponemos de informaciones y documentos sobre cada uno de ellos», dice a la AFP el gobernador de la región de Jersón, Yaroslav Yanushevich.
«Nuestra policía sabe todo sobre ellos y todos serán castigados», agrega.
Los controles también se efectúan en la estación de trenes, donde cinco policías interrogan en una sala a quienes quieren salir de la ciudad, comprobó la AFP.
– Denunciar a los «traidores» –
Los grandes carteles de propaganda que exaltaban a Rusia en las grandes avenidas fueron sustituidos por otros en los que se insta a los habitantes a denunciar a quienes «colaboraron» con los rusos.
«Danos informaciones sobre los traidores», se lee en una de esas pancartas, en la que aparece un número de teléfono y un código QR.
«La mayoría de las informaciones que recibimos proceden de la población local (…) También examinamos las cuentas en las redes sociales y seguimos supervisando internet», explica Andréi Kovanyi, jefe de relaciones públicas de la región de Jersón.
Más de 130 personas ya fueron detenidas por «colaboracionismo» en esta región, según el viceministro del Interior ucraniano, Yevhen Yenin.
Muchos vecinos con los que habló AFP se mostraron a favor de esta política.
«Siempre es bueno ayudar a encontrar a un colaborador o a un traidor. Tenemos que ayudar a nuestras fuerzas armadas a capturar a la gente que trabajó para Rusia», dice Pavel, de 40 años.
Otro vecino, Viacheslav, de 47 años, asegura que «todos los colaboradores huyeron ya a la otra orilla» del río Dniéper.
«¡Aquí somos todos patriotas!», exclama.
AFP