Tras haber sentido una profunda «vergüenza» por la invasión rusa de Ucrania, ciudadanos rusos residentes en Bulgaria decidieron ayudar en la acogida de refugiados ucranianos en este país de los Balcanes, donde el Estado aporta pocos recursos para ello.
– El hotelero solidario –
Uno de estos rusos vive en Bulgaria desde hace 15 años y es el propietario de un centro de vacaciones para niños, que se convirtió en un lugar de acogida de aquellos que huyen de la guerra en Ucrania.
Cuando huyó en abril de la ciudad ucraniana de Zaporiyia, Elena Bondarenko difícilmente hubiera imaginado que la ayudaría un ruso en su llegada a Burgas, en el litoral del mar Negro.
«Al principio, fue un choque», reconoce a la AFP esta extrabajadora en un banco, de 36 años, que huyó de su localidad natal junto con sus dos hijos y su madre.
«Me alegra ver que todos los rusos no son unos agresores», asegura.
Su benefactor, que prefiere no dar su nombre por motivos de seguridad y no quiere hablar sobre política, acoge a unos 160 ucranianos, algunos de los cuales tuvieron que abandonar hoteles de esa zona cuando empezó la temporada turística.
«Nunca oculté que soy ruso, ya que enseguida vieron que tengo buenas intenciones. La nacionalidad importa poco cuando se quiere ayudar a la gente», explica este hombre alegre, de unos 40 años.
El Estado búlgaro le paga una ayuda diaria de unos 7,5 euros por persona, una cantidad muy pequeña en comparación con lo que le cuesta acoger a cada uno de ellos.
A pesar de ello, se mantiene firme en su voluntad de ayudarlos, ya que no puede dejarlos en la calle en pleno invierno.
– La intérprete «nacida en Rusia» –
El gobierno de Bulgaria, un país que mantiene vínculos históricos con Rusia, no hizo grandes esfuerzos para acoger a los refugiados ucranianos y eso provocó que muchos de ellos se fueran del país, incluso tras haber sufrido algunos comentarios hostiles.
De los 932.000 ucranianos que llegaron a Bulgaria, solo 51.000 continúan en el país, según datos oficiales.
En la ciudad playera de Varna, situada al lado de Burgas, una mujer rusa se esfuerza para respaldar a los ucranianos.
Es una intérprete de idiomas, de 47 años, que recorrió centenares de kilómetros para ir a buscar a refugiados en la frontera con Rumania y puso toda su experiencia profesional a su servicio, además de haberles dado ropa y haber alojado a varias familias.
A diferencia del propietario del centro de vacaciones, ella sí que disimula sus raíces rusas.
«Les digo que he nacido en Rusia. Decirlo de esta manera me resulta menos doloroso», explica esta mujer, que tampoco quiere dar su nombre por motivos de seguridad
«Es un sentimiento que me cuesta describir, siento vergüenza de mi propio país», reconoce.
– El empresario comprometido –
A diferencia de aquellos rusos que ayudan a ucranianos desde el anonimato, a Viktor Bakurevitch no le da miedo explicar lo que hace.
Este empresario ruso se instaló hace 14 años en Varna, donde fundó una cadena de supermercados rusa, que se llama Berezka.
Desde el inicio de la invasión, se opuso públicamente a la ofensiva militar rusa.
La «vergüenza» que sentía era tal que decidió contratar a unos 50 refugiados ucranianos en las tiendas de su cadena.
Además de eso, dio alimentos y comidas calientes a un centenar de refugiados.
«No creo en un sentimiento de culpabilidad colectiva, pero considero que tengo que asumir cierta responsabilidad respecto a todos aquellos que sufren la guerra», destaca Bakurevitch, quien quiere mostrar un buen ejemplo a sus hijos.
AFP