El proceso de paz entre el gobierno de Colombia y el ELN atraviesa un enrevesado capítulo: el presidente Gustavo Petro anunció una tregua con la guerrilla que nunca existió y sembró dudas frente a los diálogos que se reanudarán a finales de enero en México.
Aunque no «es el peor escenario», sí es un «error» que mina la «legitimidad del proceso de paz» y se convierte en un «obstáculo» para «ganarse la credibilidad no solamente de la comunidad internacional y la sociedad colombiana sino incluso de los rebeldes», dijo a la AFP Laura Barrios, experta de la Universidad del Rosario.
Al filo de la medianoche del 31 de diciembre, el mandatario izquierdista dijo en Twitter haber acordado un cese al fuego bilateral con los principales grupos armados del país, incluido el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Pero el ELN lo contradijo tres días después, alegando que ellos no habían pactado ninguna tregua.
Muy activo en redes sociales, Petro se mantuvo en silencio, aunque voceros del gobierno intentaron apagar el incendio el miércoles con la suspensión del alto al fuego con la guerrilla.
El revés se dio mientras las partes negocian la paz desde noviembre, primero en Caracas, Venezuela, y luego en México.
«No creo que se comprometan las negociaciones como tal, lo que veo es que es un traspiés del gobierno (…) demuestra entre inexperiencia y torpeza política», sostuvo Felipe Botero, profesor de la Universidad de Los Andes.
Petro cree en una salida dialogada del conflicto, porque él mismo depuso los fusiles en 1990 cuando militaba en la guerrilla del M-19. En agosto se convirtió en el primer presidente de izquierda de Colombia.
– «Sube de precio» –
El cortocircuito entre gobierno e insurgentes flotará en el aire cuando las partes retomen las negociaciones en México.
Luego del desmentido público al presidente, el comandante del ELN, Antonio García, acusó a Petro de actuar como «los gobiernos tradicionales» con los que no logró firmar la paz.
«Acá el reto más grande va a ser cómo el gobierno se gana de nuevo esa confianza por parte del ELN», añade Barrios y anticipa que el reinicio del diálogo será «bastante difícil».
Surgido en 1964 al calor de la Revolución Cubana, el ELN ha sostenido fallidas conversaciones con los gobiernos de César Gaviria (1990-1994), Ernesto Samper (1994-1998), Andrés Pastrana (1998-2002), Álvaro Uribe (2002-2010) y Juan Manuel Santos (2010-2018).
Para el profesor Botero, en adelante, los rebeldes tendrán «la voz cantante» en la negociación y «el gobierno tiene que recuperarse y lograr hitos importantes» para allanar el camino.
En la misma línea, el analista de Blu Radio Andrés Mejía Vergnaud considera que el anhelado alto al fuego ahora «sube de precio».
«El gobierno lo necesita mucho más, las contrapartes le van a sacar mucho más a cambio», anticipó Mejía en Twitter.
– Aire para la oposición –
Opacada por la mayoría oficialista en el Parlamento, la oposición de derecha toma aire tras la salida en falso de Petro.
«Sus mentiras ponen en riesgo a los colombianos», lanzó el senador Miguel Uribe, del partido derechista Centro Democrático.
Los opositores encontraron un boquete «enorme» para atacar al Ejecutivo, observó de su lado, León Valencia director del centro de estudios Fundación Paz y Reconciliación.
«Con razón dicen ‘esta gente está muy desorganizada, esta gente no tiene sintonía’ (…) y eso siempre golpea la imagen del gobierno», dijo a la AFP Valencia, quien militó en ELN en los años ochenta.
Bajo su política de «paz total», Petro aspira detener la espiral de violencia que siguió al histórico acuerdo firmado con el grueso de la guerrilla de las FARC en 2016.
Organismos internacionales respaldaron la tregua y la apuesta del gobierno por desactivar seis décadas de guerra interna por medio del diálogo.
– Las otras paces –
Los otros cuatro grupos armados llamados al cese al fuego bilateral siguen de cerca el impasse.
«Podría ser un escenario donde los otros actores digan ‘miren lo que le hicieron al ELN, mejor hagamos una pausa'», estima la profesora Barrios.
A diferencia del ELN, las facciones disidentes de las FARC y los grupos de origen paramilitar incluidos en la tregua aún no han instalado mesas de diálogo con el gobierno.
La mayoría de estas organizaciones también se enfrentan al ELN y se disputan las rentas de narcotráfico en el mayor productor de cocaína del mundo.
Expertos advierten sobre la dificultad de los procesos de paz con el ELN por su estructura federada con diferentes liderazgos que ponen en entredicho su unidad de mando.
Ellos «no se va a dejar igualar a una banda criminal, por sus raíces políticas, sociales, económicas», advierte Barrios.
AFP