El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, visitó este domingo la fronteriza El Paso, Texas, previo a su visita oficial a México, donde abordará la crisis migratoria y la urgencia de reducir los estragos del narcotráfico en su país.
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Biden llegará a México en medio de fuertes debates por la inmigración ilegal y el contrabando de drogas, temas que pueden afectar su imagen en una eventual candidatura para su reelección en 2024.
El mandatario visitó El Paso, en el sureño estado de Texas, en un intento por acallar las críticas en su país por no haber visitado la convulsa frontera común de 3.100 km en dos años de gobierno.
«Nuestras comunidades fronterizas representan lo mejor de la generosidad de nuestra nación y vamos a conseguirles más apoyo mientras ampliamos las vías legales para una migración ordenada y limitar la inmigración ilegal», escribió en su cuenta de Twitter antes de llegar a Texas.
Biden se reunió con personal uniformado de los servicios de Aduanas e Inmigración y la Patrulla de Fronteras en el puesto de control del Puente de las Américas, un complejo de edificios de inspección y vallas que separan a los dos países.
Los agentes y oficiales, incluidos especialistas en perros rastreadores, le dieron una demostración de técnicas para registrar vehículos que traspasan la frontera. También intercambió impresiones con oficiales de la Patrulla de Fronteras en tramos de las vallas entre Estados Unidos y México.
Unas 2,3 millones de detenciones y expulsiones de migrantes indocumentados en el año fiscal 2022; 108.000 muertes por sobredosis de drogas en 2021: migración y narcotráfico estarán en el centro de la reunión de Biden y López Obrador prevista el lunes.
El martes se les unirá el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, para celebrar una Cumbre de América del Norte.
«México es particularmente relevante a la hora de tratar ambos problemas agudos, que se han convertido en vulnerabilidades políticas para Biden«, declaró a la AFP Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano.
Antes de viajar a El Paso, el presidente anunció un programa de migración limitada a Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, aunque el flujo incesante abarca varias otras naciones.
Se permitirá el ingreso mensual de hasta 30.000 personas durante dos años, al tiempo que refuerza por otra parte las expulsiones de quienes ingresen ilegalmente.
Pero sin un plan de refugio robusto, «estas nuevas medidas solo empujarán a quienes busquen asilo a situaciones peligrosas», advirtió la oenegé Comité Internacional de Rescate.
Pero apartándose momentáneamente de esos temas candentes, Biden tildó de «escandalosa» la invasión, este domingo, de edificios del Poder Ejecutivo, el Congreso y el Tribunal Supremo en la capital de Brasil por parte de cientos de partidarios del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, en rechazo a la asunción del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
Su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien lo recibirá en la noche del domingo, denunció ese asalto como un «intento golpista de los conservadores de Brasil».
– «Desafío regional» –
El secretario estadounidense de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, que acompaña a Biden, enfatizó el domingo que el problema migratorio va mucho más allá de Estados Unidos y México.
«Se está apoderando del hemisferio, y un desafío regional requiere una solución regional», declaró Mayorkas a la cadena ABC.
Los flujos de migrantes que huyen de la violencia y la pobreza en sus países son un desafío particular para México, cuya frontera se ha convertido en una puerta giratoria para las personas que intentan cruzar a Estados Unidos.
Miles permanecen en su territorio a causa del denominado «Título 42», una restrictiva norma implementada por el covid-19 que autoriza las expulsiones exprés. Fue adoptada por el gobierno del republicano Donald Trump (2017-2021), pero la justicia ha impedido eliminarla ante temores de una avalancha aún mayor.
– Droga mortal –
El encuentro bilateral Biden-AMLO también estará marcado por la tragedia del fentanilo, droga sintética 50 veces más potente que la heroína, cuya producción y tráfico controlan los cárteles mexicanos con precursores químicos provenientes de China, según la DEA, la agencia antidrogas estadounidense.
Casi dos tercios de las 108.000 muertes por sobredosis registradas en Estados Unidos en 2021 involucraron opioides sintéticos. Y solo en 2022 se incautó más fentanilo del que se necesitaría para matar a toda la población de Estados Unidos, asegura el organismo.
Por ello, Biden busca «ampliar el intercambio de información» con México sobre precursores y «fortalecer la prevención», señaló el jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Brian Nichols.
En 2021, ambos países anunciaron un giro a su política antidrogas para enfocarse en las causas del narcotráfico, tras 15 años de estrategia con énfasis de participación activa de fuerzas militares. Desde su lanzamiento en 2006, México acumula unos 340.000 asesinatos y miles de desaparecidos, sin que los cárteles se hayan debilitado.
En medio de ese baño de sangre, el gobierno mexicano ha presentado dos demandas contra fabricantes de armas estadounidenses.
Expertos en seguridad como Ricardo Márquez ven un enfriamiento de la cooperación en el marco de la política de «abrazos, no balazos» de López Obrador, que contrasta con operaciones como la captura, el pasado jueves en Culiacán, de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín «Chapo» Guzmán, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos.
En la mesa también estará el cambio climático, luego del anuncio en la COP27 de un proyecto de energías renovables conjunto de 48.000 millones de dólares de inversiones y en el cual México se comprometió a ampliar sus objetivos de reducción de gases de efecto invernadero de aquí a 2030.
AFP