Hace 66 años se efectuó la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Su salida del poder en aquel conocido vuelo constituye a un hito en la historia política de Venezuela.
De acuerdo con algunos historiadores, la salida de Pérez Jiménez se llevó a cabo por un movimiento cívico en las calles de Venezuela, con el alzamiento desde las Fuerzas Armadas.
Para el sociólogo Coello, director de la Escuela de Gobierno Mercedes Pulido de la UCAB, y el el doctor en Historia y director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UCAB, Tomás Straka, que en los hechos del 23 de enero de 1958 hay elementos rescatables en el contexto actual del país, indica un reportaje publicado en la página de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Straka asegura que «la gente sigue discutiéndolo porque lo que se opina del 23 de enero tiene un impacto inmediato en lo que se puede pensar el día de hoy; por ejemplo, los militares y la capacidad de la sociedad para resolver sus problemas».
Mientras que, para Colleo «ese día no solo significó la salida de un dictador, que ya es importante, sino el inicio de un país moderno, democrático, innovador. Un cambio, aunque no igual al del 23 de enero, podría darse. Esperemos que ocurra para poder reconstruir el país, no habíamos tenido tantas posibilidades desde hace muchos años», dijo.
Sobre el vuelo de la «Vaca sagrada»
23 de enero de 1958. Ese día comenzó tan abruptamente como los anteriores para los caraqueños, en especial aquellos que vivían en el este de la capital venezolana.
Un inusual estruendo mecánico sacó a más de uno de la cama, pero la oscuridad de la noche hizo difícil identificar la causa. Hubo que esperar hasta el amanecer para esclarecer lo ocurrido.
El 23 de enero de 2023, la BBC Mundo conversó con historiadores y revisó publicaciones y entrevistas hechas a algunos de los protagonistas del suceso que permitió el restablecimiento de la democracia liberal-representativa en Venezuela, para reconstruir la salida al exilio del hasta entonces hombre fuerte.
«Los miembros del Estado Mayor le dijeron a Pérez Jiménez: ‘Usted debe irse, pero le daremos las condiciones para que se vaya'», le dijo a BBC Mundo Luis Buttó, profesor jubilado de Historia de la Universidad Simón Bolívar de Caracas.
«La intención de quienes lo depusieron fue negociar con él su salida del país, porque si no, le hubieran hecho lo mismo que él le hizo al general Isaías Medina Angarita (en octubre de 1945), derrocarlo y detenerlo», agregó,
Esta opinión es compartida por José Alberto Olivar, miembro de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela.
«No hubo una huida furtiva ni un escape de película, todo fue parte de unos acuerdos dentro de la institución castrense para una transición ordenada, en términos militares», apuntó.
Un problema tras otro
Cerca de la 1:30 de la madrugada, Pérez Jiménez y su esposa, Flor Chalbaud de Pérez, sus tres hijas y otros parientes llegaron al aeródromo militar.
La idea era abordar el avión conocido popularmente como «La vaca sagrada», un C 54 Skymaster que desde 1949 fungía como aeronave presidencial.
El aparato coincidentemente estaba en esa base. Días antes el cuatrimotor había regresado de Colombia, a donde se lo llevaron algunos de los cabecillas de la fallida insurreción de año nuevo.
El mayor José Cova Rey, quien pilotó el avión, se encontró con que los oficiales comisionados para ponerlo en condiciones de volar habían dejado sus puestos sin cumplir la tarea.
Al revisar «La vaca sagrada», el uniformado observó que no contaba con suficiente combustible.
Y por ello le sugirió a Pérez Jiménez utilizar uno más pequeño, algo a lo que el depuesto mandatario se negó, porque tendría que dejar a la mitad de sus acompañantes, relató el historiador Luis Heraclio Medina en su artículo «La Vaca Sagrada: mitos y realidades».
Medina aseguró que entonces Pérez Jiménez propuso volar hasta la isla de La Orchila, en el Caribe venezolano y donde mandó construir una residencia de veraneo. ¿La razón? Desde allí pedirían que les enviaran más combustible, pero Cova rechazó esa idea.
«Negativo, mi general, cuando este avión despegue usted ya no será presidente», habría dicho el piloto.
Entonces se solicitó una cisterna de combustible al cercano aeropuerto de Maiquetía y, aunque las nuevas autoridades la concedieron, la misma fue incendiada por unos exaltados.
Sin embargo, un segundo camión, que iba fuertemente custodiado, sí logró llegar hora y media después, ante la desesperación de los viajeros.
Resuelto el problema del combustible surgió un nuevo contratiempo: no había copiloto.
El mecánico que debía unirse a la tripulación se negó a subir al aparato, aunque luego apareció otro uniformado que aceptó la misión, relató Medina.
A eso de las 3 de la madrugada todos los obstáculos parecían superados, pero se presentó el último: el aeropuerto no tenía luces de balizaje; es decir, no estaba preparado para aterrizajes ni despegues nocturnos.
«El avión iba sobrecargado y tuvo problemas para alzar vuelo», agregó a BBC Mundo el también historiador Edgardo Mondolfi.
En «La vaca sagrada» no solo iban Pérez Jiménez y su familia, sino otras 20 personas y sus respectivos equipajes.
Colaboradores como el también general Luis Felipe Llovera Páez, quien fuera su ministro del Interior y de Comunicaciones; y familiares de estos, figuraban entre los pasajeros.
«La salida de Pérez Jiménez fue negociada y prueba de ello es que hasta se pudo llevar a su suegra (…) Fue una salida apresurada, con inconvenientes y cierta dosis de dramatismo, pero no fue a volandas, porque pudo hacer una lista de quienes lo acompañarían. Cuando alguien huye esto no ocurre», indicó Buttó.
Mondolfi, por el contrario, sí cree que el dictador huyó. «Es el único presidente del siglo XX que se ha puesto en fuga (…) y lo hizo para salvar su pellejo y evitar ser apresado», opinó.