No hubo nada de la actitud muscular de la presidencia, enfocada en la seguridad nacional, en el reciente recorrido de la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden, por Namibia y Kenya que concluyó el domingo. Vistió prendas floreadas y sonrió todo el tiempo y recurrió a la esperanza para abordar temas sociales.
“Enfrentamos los mismos desafíos, desde el cambio climático a la desigualdad económica, para fortalecer la democracia. Por eso la Cumbre de Líderes Africanos se celebró en Washington en diciembre, porque era muy importante para él”, dijo en referencia a Joe Biden en un discurso en la Casa Estatal de Namibia el jueves.
«Y es por eso que estoy orgullosa de estar aquí, con una fuerte democracia… como Joe dijo en la cumbre, las voces africanas, el liderazgo africano y la innovación africana son críticas para abordar los desafíos globales más importantes y hacer realidad la visión. Todos compartimos un mundo que es libre”.
Biden llevó consigo a una de sus siete nietos para destacar cómo las niñas y la mujer pueden ser engranajes poderosos de cambio.
Ella enfrenta muchos obstáculos, dicen los analistas que abordan temas de género y desarrollo.
«Cada país tiene un problema femenino”, dijo Caren Grown, miembro del Centro para el Desarrollo Sustentable de la Institución Brookings. “No existe un país en el mundo en que la mujer sea absolutamente igual a los hombres en todos los aspectos”.
«Hemos hecho grandes progresos globalmente, y muchos países ha progresado en los últimos años, especialmente en educación. Pero hay grandes brechas en empleo, participación en la fuerza de trabajo y salarios. No hay un país en el mundo en que las mujeres ganen más que los hombres, y aunque la brecha se ha cerrado, aún no existe una paridad”.
Y muchas jóvenes y activistas mostraron a Biden en su viaje de cinco días que África tiene también un problema con la mujer.
En un encuentro informal cerca de la capital de Namibia, Biden conoció a una adolescente que le dijo que un embarazo la obligó a dejar el grado 11.
En Nairobi, la capital de Kenya, se reunió con jóvenes en una proyección de una serie de la televisión surafricana que refleja que para las jóvenes sudafricanas el comercio sexual es la norma y no la excepción. El presidente de Sudáfrica se ha referido a la violencia de género como “una segunda pandemia”.
Y en el barrio pobre de Kibera, en Nairobi, Biden y la primera dama de Kenya hablaron con mujeres que por falta de acceso a financiamientos convencionales crearon su propia red de préstamos.
Voz de América