Paraguay celebrará dentro de un mes elecciones presidenciales con el gobernante Partido Colorado en su hora más menguada, fracturado por denuncias de corrupción, un escenario incierto que aprovecha la oposición frente al dominio del oficialismo que ha gobernado este país por más de 70 años.
El partido colorado postula a Santiago Peña, de 44 años y considerado delfín del exmandatario conservador Horacio Cartes (2013-2018), un rico empresario tabacalero, actual presidente de esa formación política y sancionado como «significativamente corrupto» por Estados Unidos.
Frente a él, se presenta el dirigente del partido liberal Efraín Alegre, un abogado de 60 años que con una concertación de las fuerzas de la oposición intenta por tercera vez ganar la presidencia.
– «Descalabro colorado» –
Para algunos analistas, Alegre se encuentra en su mejor momento, en una coyuntura en la que el oficialismo está visiblemente dividido entre los partidarios de Cartes y los del mandatario saliente.
«El descalabro colorado es resultado de la calificación del gobierno de Estados Unidos que retiró la visa de ingreso al expresidente Cartes y a sus familiares. La sanción, en la práctica, declara su muerte civil», dijo a la AFP la economista y catedrática Gladys Benegas.
Jorge Rolón Luna, especialista en seguridad ciudadana y derechos humanos, destacó de su lado que «la difícil situación social y económica, el avance de la violencia del crimen organizado y el incesante flujo de casos de corrupción pueden generar la alternancia».
En los últimos 70 años, solo en una ocasión el Partido Colorado quedó fuera del gobierno en Paraguay, durante la presidencia del exobispo de izquierda Fernando Lugo (2008-12), destituido un año antes de terminar su periodo.
«Los colorados tienen un candidato cuya independencia y autonomía están en cuestión debido al sustento y financiación que le da Cartes, declarado significativamente corrupto por el gobierno de Estados Unidos», destacó Rolón Luna.
Ante esos señalamientos, Peña se ha defendido diciendo que «no hay cuestionamiento sobre mi candidatura».
Estados Unidos «está observando el proceso electoral y va a trabajar con el que sea electo el 30 de abril», declaró el candidato tras una reunión con el embajador estadounidense en Asunción, Marc Ostfield.
Con una pobreza que en 2022 alcanzó a 27% de la población y fuertes desigualdades sociales, Paraguay tuvo el año pasado un crecimiento de 0,1% del Producto Interno Bruto y una inflación de 8,1%.
– Sin debate –
Sin que se haya podido organizar hasta ahora un debate entre los dos principales candidatos, los sondeos muestran tendencias opuestas.
La encuestadora GEO (Gabinete de Estudios de Opinión) da como favorito a Alegre (38,9%) frente a Peña (35,2%).
Mucho más atrás aparecen el candidato antisistema Paraguayo Cubas (10%), el socialista Euclides Acevedo (6%) y José Luis Chilavert, exarquero de la selección paraguaya y del Vélez Sarsfield de Argentina, con menos de 1%.
En Paraguay, la elección presidencial es a una sola vuelta.
La firma Ati Snead Consultores pronostica en cambio la victoria de Peña (46,2%) ante Alegre (38,7%).
El ganador de los comicios sustituirá a Abdo Benítez el 15 de agosto próximo por un período de cinco años. El 30 de abril se elegirá también al vicepresidente, a 45 senadores titulares (30 suplentes), 80 diputados titulares (más de 80 suplentes), 17 gobernadores y 257 concejales de gobernación.
Casi 4,8 millones de personas están habilitadas para votar, sobre una población de 7,5 millones, en estos comicios que serán observador por misiones de la Organización de estados Americanos y de la Unión Europea.
«Alguien que no está dispuesto a someterse a un debate no puede aspirar a ser presidente», declaró recientemente Alegre, luego de que Peña condicionó su participación en un debate presidencial a la inclusión de los otros candidatos.
«Peña no tiene experiencia política, menos aún liderazgo político. Eso es lo que va a evidenciar en un debate. Por eso tiene miedo», subrayó.
AFP