Ali, un estudiante de 23 años, lo perdió todo en el sismo del 6 de febrero que dejó más de 50.000 muertos en el sureste de Turquía. Sus padres están desaparecidos y su ciudad, Antioquía, quedó reducida a ruinas.
Como paso para recuperar la iniciativa sobre su futuro, Ali, que como muchos supervivientes prefiere callar su nombre completo, impulsa una campaña para garantizar que los más de tres millones de desplazados del sismo puedan votar en las elecciones parlamentarias y presidenciales del 14 de mayo.
Los comicios se auguran difíciles para el presidente, Recep Tayyip Erdogan, que, en un inusual gesto, se vio obligado a disculparse por la tardía respuesta del gobierno al terremoto, una de las peores tragedias de la Turquía contemporánea.
Los socorristas demoraron días en llegar a algunas de las zonas afectadas, lo que creó una sensación de abandono y de indignación contra las autoridades.
«Es importante que ese enojo se refleje en la votación», sostiene Ali, que vive actualmente en Ankara.
Junto a varios amigos, lanzó un llamado en Twitter para que los partidos políticos paguen los billetes de autobús de los estudiantes que tuvieron que dejar Antioquía pero quieren regresar para votar.
La principal formación de la oposición, CHP, apoyó la iniciativa.
Los refugiados en ciudades como Ankara, Estambul y Mersin, en la costa meridional de Turquía, tenían hasta el 2 de abril para registrar su nuevo domicilio de empadronamiento.
Quienes no lo hicieron deberán regresar a sus ciudades de origen para votar.
La oposición a Erdogan afirma que, dando un plazo breve para hacer los cambios administrativos, el presidente busca atajar un eventual voto de protesta.
«La gente perdió a seres queridos y todo lo que era valioso para ellos. La mayoría no estaba en condiciones de preocuparse por registrarse para las elecciones», afirmó Ali Oztunc, un diputado del CHP de Kahramanmaras, cerca del epicentro del sismo, que tuvo una magnitud de 7,8.
– «Miedo de las víctimas» –
Solo 50.000 de los 82.000 votantes registrados en Kahramnmaras pudieron cambiar sus datos, según Oztunc, que considera que la mitad de los residentes de la provincia partieron.
Esto significa que centenares de miles de personas tendrán que apañárselas para regresar y poder participar en unos comicios percibidos como los más importantes de la historia moderna del país.
«Es imposible transportar a tanta gente», afirmó Oztunc.
«Se necesitarían miles de autobuses y eso provocaría un atasco gigantesco. Ningún partido puede organizar algo así», agregó.
El líder de su partido, Kemal Kilicdaroglu, es el candidato del bloque de la oposición para las elecciones. El vicepresidente de la formación, Onursal Adiguzel, acusó a los funcionarios de intentar reducir la participación de las personas desplazadas.
«Las autoridades podrían haber extendido el plazo para registrarse», pero «tienen miedo de las víctimas», afirmó.
«Están haciendo de todo para entorpecer la votación», subrayó.
Con dos hijos a su cargo, Abdullah se vio obligado a dejar Kahramanmaras y asegura que los funcionarios intentaron desalentarlo de cambiar su domicilio.
«Me dijeron que perdería mi derecho a las ayudas públicas para víctimas de terremotos», explicó Abdullah, que vive temporalmente en Ankara. «Así que mantuve mi dirección en Kahramanmaras. Pero no sé cómo podré hacer para ir allí y votar».
– «Es mi futuro» –
En un refugio de los suburbios de Ankara, solo 120 de las 525 familias desplazadas han dado los pasos necesarios para registrar su actual domicilio.
Eymen Gassaloglu (34 años), que vive en el refugio con sus dos hijas, se dice determinada a volver a Antioquía el día de las elecciones, aunque tenga que dormir en una tienda.
«Es mi futuro», afirma. «Votaré como sea».
Algunos desplazados estiman que volver a sus provincias les permitiría comprobar el buen desarrollo de las elecciones y denunciar irregularidades.
Los detractores de Erdogan temen que se incluya a personas desaparecidas pero que no fueron declaradas muertas en las listas oficiales de votantes, lo que abriría un margen para la manipulación.
«Las autoridades no divulgan abiertamente el número de desaparecidos Esto preocupa», indicó Adiguzel, el vicepresidente del CHP.
Ozgur Yusuf Kavukcu, de 45 años, consiguió registrarse para votar en Ankara. Pero la mayoría de sus amigos tendrán que volver a Antioquía, una ciudad fantasma en la que solo un puñado de edificios quedó en pie.
«Creo que unas elecciones libres son imposibles en tales condiciones», consideró Kavukcu. «Pero no hay otra opción. Ya hemos perdido mucho con el sismo. Perder también la expresión de nuestro libre albedrío sería una catástrofe».
AFP.