La enconada pelea con Laura Sarabia, que terminó provocando la más grave crisis en los 10 meses que van corridos del gobierno de Gustavo Petro, no fue la única que casó el polémico exembajador Armando Benedetti.
Una de las declaraciones de funcionarios del Gobierno más duras sobre el escándalo y el papel de Benedetti corrió por cuenta de su exjefe directo (al menos, en el organigrama del Estado), el canciller Álvaro Leyva.
“Me parece muy gracioso. En medio de todo es movimiento de noticias, ¿a Benedetti cómo se le puede creer? Es que es increíble, él mismo dice ‘yo soy un drogadicto’. Pónganse ustedes a pensar, ¿a ustedes les parece una buena fuente?”, aseguró el Ministro de Relaciones Exteriores sobre el hombre que hasta hace menos de una semana ocupaba la segunda embajada más importante para el país, la de Venezuela.
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En la Cancillería, en los 10 meses que lleva este Gobierno, se han presentado varios líos internos y pujas por el poder que ya han dejado a dos altos funcionarios sin sus cargos por distintas causas, pero con un punto en común: la tensa relación con el canciller Leyva.
Una de las primeras en salir tras sus diferencias con el ministro fue Laura Gil, la exviceministra de Asuntos Multilaterales, quien tuvo fuertes reparos con el manejo que se le estaba dando a la Cancillería. Aunque su salida no fue como tal del Gobierno ni del mismo Ministerio, pues fue nombrada como embajadora en Viena, Austria.
La desarticulación, sin embargo, empezó a ser evidente y la comunicación entre los dos, escasa. Pero Gil no era la única funcionaria con la que Leyva, pese a ser su jefe, poco hablaba. La comunicación también fue prácticamente nula con el exembajador Armando Benedetti, quien hasta el viernes pasado fue el jefe de la misión diplomática en Venezuela y tuvo que renunciar no por su mala relación con el ministro, sino por el escándalo de la exjefa de Gabinete Laura Sarabia, del que él fue protagonista de primera mano.
Una fuente de la Cancillería que pidió no ser citada asegura que Benedetti fue “ingobernable” desde que llegó. Y es que son varios funcionarios los que coinciden en que el exembajador era una rueda suelta dentro del Ministerio que se encarga de direccionar la política exterior del país.
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Cercanos al exembajador señalan que Benedetti nunca aceptó que Leyva fuera su jefe y en su tiempo en la embajada no lo vio como una figura con autoridad, pues para él su único superior era el presidente Gustavo Petro, quien lo designó como jefe de misión en el vecino país el 11 de agosto de 2022, cuatro días después de que empezó a gobernar.
Las mismas fuentes aseguran que el nombramiento de Benedetti en Caracas no contó necesariamente con la bendición de Leyva. Y pese a que no se hablaban, ambos eran fichas claves del primer mandatario para dos objetivos de la política exterior: reanudar cuanto antes las relaciones con Venezuela y que Colombia empezara a cobrar protagonismo en el escenario regional asumiendo el rol de intermediario para revivir los diálogos entre el chavismo y la oposición de ese país.
Por eso ambos adelantaron acciones por su lado para dichos propósitos, pero -dicen las fuentes del mismo Gobierno- sin mayor confianza entre ellos. Benedetti utilizó su entrador estilo caribe para ganarse la confianza de Nicolás Maduro y de la cúpula del chavismo, algo que consiguió con relativa rapidez.
Con información de EL TIEMPO DE COLOMBIA