El martes 4 de julio por la tarde, cuando Estados Unidos celebraba su aniversario de independencia con fuegos artificiales, Joseph se desmayaba en su celda en Texas, en medio del excesivo calor que golpea por estos días el sur de Estados Unidos.
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En estos recintos de concreto, ladrillo y metal, ventiladores industriales esparcen el vaho tibio en el ambiente. Sin aire acondicionado en la mayoría de las cárceles, cuando afuera las temperaturas superan los 40ºC, adentro la sensación puede ser mayor.
Algunos presos colapsan el excusado de su celda para rebalsar el agua, mojar el piso y dormir en el suelo de concreto. Otros mojan sus ropas para permanecer frescos, según cuentan a la AFP convictos, exconvictos o familiares.
En las últimas semanas, Joseph Martire, de 35 años, ha tenido cuatro episodios de salud relacionados con el calor en la prisión de Estelle en Hunstville, donde ya lleva 16 años. «Me desmayé, pero no me están atendiendo», le dijo a su familia por teléfono. Ellos llamaron a la administración del penal para que fueran en su ayuda.
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Cuando otros presos perciben que alguien se desmayó por el calor, gritan para llamar la atención de algún funcionario, pero la falta de personal retarda la ayuda, dice Martire. Luego es llevado a un área administrativa de la cárcel que sí cuenta con aire acondicionado, a la que llaman «respite», donde trata de quedarse lo más que pueda.
«Ya tengo varios problemas de salud por causa del calor, y no quiero tener más», detalla.
La sensación que atraviesan, dice Amite Dominick, presidenta de la organización humanitaria Defensores para Prisiones en la Comunidad de Texas (TPCA), es como «estar encerrado en tu auto con más de 40ºC, usar un secador de cabello para darte aire y abrir un poquito la ventana».
-UN HORNO DE LADRILLOS-
Un reporte del portal Texas Tribune habla de al menos nueve personas fallecidas en prisión en junio por ataques cardíacos o causas desconocidas que pueden relacionarse con el calor.
Pero Amanda Hernández, portavoz del Departamento de Justicia Criminal de Texas (TDCJ), a cargo de las prisiones, precisa que la última muerte por calor ocurrió en 2012. En junio atendieron siete casos de personas afectadas «más allá de los primeros auxilios», sin fatalidades.
La entidad tiene una población de 126.000 presos, según fuentes oficiales, en sus diferentes prisiones y asegura que en junio han fallecido 32 personas, por distintas causas.
Dominick discrepa. «El forense generalmente informa algo como un paro cardíaco, porque el golpe de calor está altamente correlacionado con el paro cardíaco (…) Vemos los mismos reportes y vemos evidencia médica de lo que pasa con el cuerpo. Con temperaturas de ese tipo, estas son muertes relacionadas con el calor» agrega, aunque aún no manejan cifras.
«No tienen una adecuada ventilación en las prisiones. Si no se están muriendo, están volviéndose locos», sostiene Dominick.
Sean Adams cumplió condena en una prisión llamada «Arde como el infierno» Clemens, en Brazoria. «Está construida con ladrillos de esos rojos, que son los mismos ladrillos para los hornos. Y cuando la temperatura es 100ºF (38ºC) afuera, adentro es 120ºF (48ºC)», cuenta este hombre de 36 años.
El TDCJ aclara que en las celdas los presos tienen acceso a hielo y agua, pueden ir a áreas de descanso con aire acondicionado cuando es necesario, que continúan implementando más camas con refrigeración y que toman todos los cuidados frente a altas temperaturas.
-COCINAR CIUDADANOS-
Samantha, madre de una reclusa de 25 años a quien no identifica, cuenta que en junio tres presas han fallecido por el calor en la prisión Lane Murray, donde está su hija. «La forma en que son tratadas es inhumana», sostiene.
«Con esas temperaturas, tu cuerpo y tu mente entran en modo sobrevivencia», explica Marci Marie Simmons, exconvicta y activista de 44 años. Denunció que a fines de junio un preso de 36 años murió en la prisión de Estelle horas después de hablar con su madre y quejarse del calor.
«Si dejas a una mascota en un auto encerrada bajo el calor, vas a prisión. Sin embargo, el estado de Texas quiere cocinar a sus ciudadanos [en la cárcel]. Algunos tienen cargos estúpidos por drogas pero están sentenciados a muerte porque no aguantan el calor», comenta Michelle Lively, quien tiene a su novio Shawn McMahon, de 49 años, en la cárcel de Wynne.
Trabajadores penitenciarios también han expuesto a la prensa sus reclamos por las condiciones en las que tienen que trabajar.
Dominick explica que propuestas de ley para pedir aire acondicionado en las cárceles se estrellan en el Senado de Texas, de mayoría conservadora.
«El TDCJ se gastó 750.000 dólares en aire acondicionado» para un proyecto de crianza de cerdos en los últimos años, «pero no lo coloca para los seres humanos».
AFP