Las bombas de racimo causaron más de 900 víctimas en Ucrania el año pasado, la mayoría en ataques rusos, según un informe publicado el martes por un grupo de oenegés.
Rusia ha utilizado «ampliamente» este tipo de armas en Ucrania desde su invasión lanzada en febrero de 2022, detalla el documento del Observatorio de la Coalición contra las Bombas de Racimo.
Ucrania también las ha empleado, pero «en menor medida», añade.
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Sólo en Ucrania, los atentados con este tipo de armas mataron e hirieron al menos a 890 personas en 2022, la gran mayoría civiles, y 26 murieron o resultaron heridas por residuos de estas armas, según la misma fuente.
«La gran mayoría de los ataques con bombas de racimo en Ucrania (…) han sido llevados a cabo por las fuerzas rusas», dijo en una conferencia de prensa Mary Wareham, directora de defensa de armas de Human Rights Watch, que participó en la redacción del informe.
Loren Persi, coautora del informe, subrayó que la cifra real podría ser mayor y se refirió a indicios de que hubo al menos otros 51 ataques con bombas de racimo en 2022 en los que no se declararon víctimas.
Las municiones de racimo son armas que liberan o dispersan submuniciones concebidas para detonar antes, durante o después del impacto. Dependiendo del tipo de arma utilizada, el número de submuniciones oscila entre unas pocas decenas y más de 600.
A nivel mundial se contabilizaron el año pasado 1.172 víctimas de bombas de racimo en ocho países: Azerbaiyán, Irak, Laos, Líbano, Birmania, Siria, Ucrania y Yemen. Se trata de una cifra récord desde 2010.
Según el informe, los civiles representan el 95% de las víctimas en todo el mundo.
Un total de 112 países han ratificado la convención de 2008 que prohíbe la producción y el uso de bombas de racimo, y 12 la han firmado.
En julio, Estados Unidos –que no ha ratificado ni firmado el tratado– entregó bombas de racimo a Ucrania.
«Las nuevas transferencias y el uso de bombas de racimo son muy preocupantes (…) El mundo no puede permitirse una respuesta cautelosa o complaciente», advirtió Wareham.
AFP