Si algún pueblo ha luchado, con arrojo, sin esquivar riesgos, entregándose en cuerpo, alma y corazón, ese es el pueblo venezolano. Sumamos más de 25 años dándolo todo por defender la democracia, ese sistema de vida que nos dimos por más de 40 años continuos , que sabíamos imperfecto, pero mejorable, hasta que caímos en ese acantilado por el que vimos estrellarse tantos sueños de alcanzar mejores niveles de existencia.
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Los esfuerzos emprendidos, con rasgo de heroicidad, le son reconocidos a la ciudadanía venezolana en todas partes del mundo, y muchas veces, observadores internacionales encontraban inexplicable, como después de protagonizar esas jornadas épicas, en medio de movilizaciones gigantescas, no habíamos podido desembarazarnos de la dictadura que más bien nos continúa oprimiendo.
Nunca negamos nuestros propios desatinos, porque de nada sirve disimular los errores que mal se pueden esconder, cuando más bien lo saludable es detectarlos, examinarlos y disponernos a buscar soluciones. En ese tránsito se ha incurrido en equivocaciones, en medio de la feroz persecución acometida por un régimen que se apoya en las arbitrariedades más repugnantes para acorralar a quienes defendemos los principios democráticos. Sin embargo, hemos podido salir a flote en diferentes coyunturas y lo hemos hecho asimilando nuevas líneas de acción para reemprender esa lucha, como lo hacemos ahora, esta vez liderados por una mujer insigne, como lo es, sin duda alguna, María Corina Machado.
El ejemplo que ella irradia es singular. Lo primero es hacernos entender que lo esencial es procurar el triunfo de Venezuela, más allá de lo que cada uno pueda aspirar desde el punto de vista personal. Ella no pudo cristalizar su derecho bien ganado en elecciones primarias de ser nuestra candidata presidencial. ¿Y qué hizo? Respaldar la opción de Edmundo Gonzalez, y se la ve entregada en todos los terrenos defendiendo esa causa como si se tratara de su propio destino. O sea, no se amilanó, por el contrario, sacó fuerzas y un entusiasmo contagioso, para echarse a las calles de los pueblos y de esa manera animar a las familias que salen de sus hogares a vitorear, con inusitada esperanza, el nombre del próximo Presidente de la República.
María Corina demuestra que no hay obstáculo que valga para impedir su avance por esos derroteros de Venezuela. Nada la paraliza. Por eso, si la pretenden detener en una alcabala de esas que parapetea el régimen en las carreteras, ella busca una moto o a lomos de un caballo trata de llegar a su destino. Ya vimos recientemente como, en el estado Apure, se valió de una curiara para llegar, sobre las aguas del rio apureño, a tierra firme en esa localidad del llano.
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María Corina ha sabido darnos el ejemplo a todos, para que nadie esgrima excusa alguna a la hora de justificar el incumplimiento del compromiso que debemos asumir integralmente con la patria. A ella la boicotearon en el CNE y su respuesta fue exclamar ¡si no soy yo, pues bien será otro! A ella le han detenido a los lideres de sus comandos regionales y ella responde con actos solidarios para evitar que se desmoralice el voluntariado que constituyen los Comanditos. Su línea de alto mando, o sea su Comando de Campaña, jefaturado por Magaly Meda de Olavarría, están asilados en la sede de la embajada de Argentina, y ante semejante zarpazo María Corina redobla su paso para demostrar qué significa ¡hasta el final!
En conclusión, que nadie pierda tiempo en discusiones estériles, que nada nos desvié de la ruta victoriosa, que sigamos avanzando, teniendo como brújula el ejemplo que María Corina nos esta dando.