¡Otro apagón más! Diría el ciudadano Leopoldo Castillo. Si, otro apagón de alcance nacional y otra excusa de los “técnicos” de la dictadura madurista para repetir las acusaciones nada diferentes a aquellas peregrinas acusaciones contra una iguana o los manidos complots. Para eso si son muy distros, para in ventar culpables que les sirvan para pretender tapar su ineficacia y sus robos.
Bien se sabe que no se trata ni de las andanzas de un inofensivo lagarto ni mucho menos de un plan siniestro contra “la sacrosanta revolución del Socialismo del Siglo XXI”. Lo que padecemos en Venezuela es la consecuencia de los fracasados planes de la patria, una y otra vez cacareados por los vocingleros de un régimen carcomido por la incompetencia y la escandalosa serie de corruptelas que se dan de la manera más descarada para saquear las arcas públicas.
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Esos apagones vienen ocurriendo desde hace muchos años. Todavía trepidan en la memoria de los venezolanos aquellas promesas-que el viento se llevó-según las cuales “en menos de cien días se resolvería la crisis del sistema eléctrico nacional”. Nadita de nada. Puras mentiras. Por cierto, seguramente apelaran, otra vez, al argumento de que “no hay luz, ni agua potable, ni gasolina ni gas doméstico, por culpa de las sanciones de los gringos malucos”. Tampoco eso es verdad. Bien se sabe y consta que ni se hablaba de tales sanciones, cuando ya se estaban registrando los primeros mega apagones en Venezuela.
También es de ingrato recordatorio que en los años 2012-2013 se destinaron miles de millones de dólares para restaurar el sistema eléctrico nacional, cosa que no se hizo, pero sí se llevaron esas fortunas dejando a los venezolanos en esa oscurana que se reproduce con alarmante frecuencia, tal como acaba de suceder en el país. Ah, pero Maduro sí tiene su problema arreglado. En el palacio de Miraflores han instalado las plantas eléctricas necesarias para que el dictador tenga garantizado el servicio de energía eléctrica. Así podrá ver por televisión las operaciones crueles que ejecutan sus esbirros. Seguramente disfrutará la cacería humana contra esos muchachitos que detienen, como prueba de su exitoso plan “la Furia Bolivariana”.
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¿Tendrá presente Maduro que las termoeléctricas que pagaron a precios multimillonario se ejecutaron de mala manera? ¿Acusará algún remordimiento de conciencia, sabiendo que mientras él goza de esas instalaciones bien equipadas, en los pueblos del país que maltrata, la gente padece de esos frecuentes apagones? ¿Se arrepentirá de haber despedido de las empresas eléctricas adscritas al estado, a los verdaderos técnicos, especializados operadores que hacían posible el buen mantenimiento de las turbinas y de las redes de trasmisión? Estoy segura que nada de eso le importa.
La verdad es que mientras Maduro siga usurpando las instituciones del país, nada se arreglará ni ningún servicio público podrá ser restaurado, tal como si lo garantizará el gobierno de transición que presidirá el presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia. Afortunadamente ya los electores demostraron estar claros el 28 de Julio!