El 27 de Noviembre de 1992 otra vez la excesiva confianza, descuido, desinterés o pensar que un segundo intento golpista en un mismo año no era posible, volvió a engañar a Carlos Andrés Pérez y a su gobierno.
Una posible exclusiva de entrevistar al jefe de la rebelión la informé al director del diario metropolitano LA COLUMNA. Solicité apoyo para iniciar los contactos a través de las líneas telefónicas de esa desaparecida casa editora de Maracaibo.
Este 2024 están cumpliéndose 32 años de los levantamientos militares del 4 de Febrero y 27 de Noviembre de 1992, respectivamente, que abrieron el camino que condujo a la separación, juicio político y a la destitución del expresidente de la República, Carlos Andrés Pérez, nacido en Rubio, estado Táchira.
La Venezuela de 1992, sin lugar a dudas, fue la de otro año muy convulsionado en lo que llevamos de historia republicana, cuando el país vivió el 4 de Febrero el primer intento de golpe de Estado protagonizado por el teniente coronel (Ej.) Hugo Rafael Chávez Frías.
Antes que el calendario terminara de pasar su última página en 1992 estaría consumándose, aún sin irse el penúltimo mes, el segundo intento de derrocamiento de un gobierno democrático nacido de las urnas. También sería el último episodio golpista en la Venezuela del Siglo XX, a ocho años de irse y de darle paso a la llegada del Siglo XXI.
El 27N las instituciones del Estado venezolano resistieron y derrotaron otra revuelta militar cargada de violencia, venganza y muerte. Esa vez a cargo del liderazgo del general de brigada (Av.) Francisco Efraín Visconti Osorio y otros oficiales de alta graduación.
Esa mañana el país despertó sobresaltado cuando observó a través de VTV, Canal 8, a tres personas con armamento en mano arengando a los venezolanos a salir a las calles, pero el llamado durante una transmisión de dos horas originó temores y no tuvo eco en la población.
En la sede de VTV a las 3:30 de la tarde, aproximadamente, los rebeldes se rindieron luego de un enfrentamiento con las fuerzas leales que dejó un saldo de nueve muertos, todo personal de la televisora oficial a manos de los insurgentes comandados por el teniente (Ej.) Jesse Chacón Escamillo.
Johny Burguera, RCTV, Virgilio Fernández de El Universal y Key Enrique del Diario 2001, asistente de televisión, periodista y reportero gráfico, respectivamente, perdieron la vida en sucesos aislados, mientras daban cobertura a la intentona golpista. Además, hubo otros trabajadores de los medios de comunicación, entre heridos y lesionados, que arriesgaron sus vidas ese día lleno de violencia.
Plomo en el ala…
A partir del 4F de 1992 aquel gobierno de la República de Venezuela, segundo de Carlos Andrés Pérez, el peso del plomo que ya llevaba en las alas originaría al pasar de los meses, la planificación y desarrollo de otra aventura subversiva de militares y civiles inconformes por la «situación del país», en cuenta que el «enemigo», cual ave de caza no eliminada la primera vez, tenía los días contados por estar herida de muerte.
Sin embargo, el gobierno de CAP no asumió ni desplegó acciones serias de investigación, seguimiento, inteligencia o contra inteligencia para detectar, eliminar o desaparecer el «germen golpista» presente al interior de las Fuerzas Armadas Nacionales que volvió a sorprenderlo.
Salvo anuncios oficiales de «averiguaciones» de los sucesos del 4F, lo que ocurrió en la práctica fue que los pronunciamientos quedaron en «solo palabras que se los llevó el viento» y los registros de aquella otra sublevación quedarían sólo impresos en la prensa de la época.
Un día como hoy el levantamiento del 27N lo lideró una parte importante de la oficialidad de la Fuerza Aérea Venezolana, FAV, destacados en las principales ciudades del país, donde existían bases militares que tenían a su cargo la custodia y operatividad de equipos F16, CF5, Mirage, Tucanos T-27 y Bronco OV-10, entre otros.
Sin embargo, oficiales y tropas de la FAV y de otros componentes castrenses, leales al juramento de respetar y defender la Constitución de la República de 1961 y a su comandante en jefe del momento, redujeron a los alzados en armas el mismo día que la Iglesia Católica lo dedica a los mártires San Facundo y San Primitivo.
Rumbo a Iquitos en Perú…
En la selva amazónica del Perú en un pueblo llamado Iquitos donde la miseria le disputaba la carrera al desarrollo, sería el paradero final del general de brigada (Av.) Francisco Visconti Osorio, con 93 oficiales, profesionales, técnicos, cadetes y alguna tropa que abordaron la aeronave debido al fuego cruzado, que obligó a una salida abrupta de la base aérea Libertador en Maracay, estado Aragua.
Después del viaje en un avión Hércules C-130 comenzó un debate político en el Congreso de la República, hoy Asamblea Nacional, sobre esos sucesos inéditos, solo comparados con los levantamientos militares de El Porteñazo y El Carupanazo en la década de 1960, cuando gobernaba el expresidente, Rómulo Betancourt. Discursos encendidos, oradores oportunistas, justificaciones, designación de comisiones y la muerte política anunciada de Carlos Andrés Pérez seguirían en adelante. CAP en su paradoja, pudo sortear dos cruentos levantamientos militares, pero en su destino no estaba resistir a maniobras, venganzas, pase de facturas, odios, resentimientos, deslealtades y traiciones.
La desgracia de CAP…
Pérez fue un dirigente socialdemócrata a quien siguieron millones. Otorgó favores a innumerables «amigos» y «personalidades» de la vida nacional, pero en el ocaso de sus días quedó sólo. Desde su propio partido AD y de otros sectores del país, entre ellos, los llamados Notables, además del expresidente Rafael Caldera, Arturo Uslar Pietri y Ramón Escobar Salom, confeccionaron el traje a la medida de la adelantada despedida de CAP cuando en el Congreso de la República, abrieron un juicio político que allanó su inmunidad y originó su destitución.
Quien escribe ésta crónica laboraba en el diario metropolitano LA COLUMNA de Maracaibo, donde fui reportero responsable de la fuente de política y gobierno. Esa circunstancia me vinculó con el mundo político.
Un dato permitió la exclusiva…
Es una máxima de todo reportero conocer bien, saber cultivar, atender y no descuidar nunca a la fuente periodística. La misma que ofrece un dato que hay que verificar que puede llevar o no a una exclusiva. Esa cercanía y confianza permitió, a través de una llamada, enterarme de la ubicación y del posible contacto que podría tener con el jefe de la asonada del 27N.
A sólo escasos días de la llegada de los alzados en armas a Iquitos, recuerdo que en lo profesional fue un privilegio y secreto bien guardado conocer y tener en mi poder, los probables números telefónicos de dos hoteles en ese pueblo de la amazonía peruana.
Alli, presuntamente, estaban alojados los venezolanos solicitantes del asilo político que les fue concedido en tiempo del gobierno del presidente Alberto Fujimori, fallecido este año 2024. En horas el «dato» dejó de ser una presunción y quedó convertido en una primicia periodística.
Al enterarme de la información le asigné relevancia y credibilidad, porque la fuente que me facilitó el contacto telefónico, además de seria y confiable, me dijo que la referencia provenía de uno de los oficiales que estaba en Iquitos. Esa persona era de origen marabino y su vinculación con mi informante era ser familiar lejano de su esposa.
- Teniendo en mi poder una posible exclusiva le informé al director del diario metropolitano LA COLUMNA, Héctor García Arcaya, lo que poseía y le solicité el apoyo para iniciar los contactos a través de las líneas telefónicas de esa desaparecida casa editora de Maracaibo
Asimismo la novedad se la comenté al reportero gráfico, Fernando Ferrer Pineda «Ferpin» (+), quien anduvo conmigo el 4F, cuando en «una colita obligada» fuimos hasta la base aérea «Rafael Urdaneta», donde el jefe de la 1era sublevación de 1992 en el estado Zulia, comandante Francisco Javier Arias Cárdenas, me entregó mi carro que él manejó casi al amanecer de ese día desde la residencia de gobernadores hasta la BARU. En esta parte del pais la asonada del 27N no tuvo mayor impacto.
Valió la pena…
Un día completo desde la redacción del periódico intenté muchas veces lograr el contacto, pero resultaba infructuoso una y otra vez, porque existía un gravísimo congestionamiento en el servicio del Discado Directo Internacional, DDI, que ofrecía la CANTV.
En vista de esa circunstancia me convencí que en el horario matutino o vespertino, por más que lo intentara, no iba a lograrlo o tener algún resultado. Le propuse a la empresa que desde mi casa a través de la línea telefónica privada, podía intentarlo en horas nocturnas o en la madrugada.
La idea gustó y el apoyo no se hizo esperar, pero, eso sí, quedó establecido que el pago del recibo del servicio telefónico que arrojaran las llamadas no saldría de mi bolsillo, producto del costoso consumo de los impulsos telefónicos de larga distancia. Eso, doy fe, se cumplió según lo previsto.
Durante la segunda madrugada por fin el contacto con el general Francisco Visconti Osorio fue posible, no sin antes haber insistido ante los recepcionistas del Hotel Turistas de Iquitos en innumerables ocasiones.
Llegó un momento en el que la paciencia del otro lado del auricular ya casi se agotaba. No obstante, entendieron que el alto oficial venezolano y sus acompañantes eran noticia y por eso la insistencia del trabajo reporteril. «No está», «no se puede», «llame después señor» o «no señor, él no puede hablar» era siempre la respuesta del o la recepcionista de guardia.
Visconti Osorio habló…
La tarde del 1ero de diciembre de 1992 envié un fax desde la redacción del periódico hasta el Hotel Turistas, donde expliqué el propósito del contacto que buscaba. Esa sería la llave que desbloqueó la puerta después de innumerables intentos para ser atendido por el lider de la segunda asonada militar de ese año.
A través del diálogo que en horas de la madrugada sostendría con el general de 46 años, Francisco Visconti Osorio, el país y el Zulia sabrían las razones de los protagonistas de lanzar un segundo movimiento insurgente en 1992 contra el gobierno venezolano del momento.
Fue una entrevista publicada por el diario metropolitano La Columna en su edición del 3 de Diciembre de 1992. Lo que ha pasado hasta hoy es historia contemporánea. Sólo el tiempo dírá si aquella otra rebelión de oficiales de las Fuerzas Armadas de Venezuela ha sido para «el bien o para el mal» de los venezolanos.