Un superpetrolero con identidad falsa, que navegaba bajo el nombre de Varada, encendió las alarmas internacionales tras arribar el pasado 18 de abril a aguas frente a Malasia, completamente cargado de crudo venezolano. El buque, con 32 años de antigüedad y enarbolando la bandera de las Comoras —una de las más utilizadas para eludir controles—, forma parte de una peligrosa estrategia de evasión conocida como la “flota oscura”.
Aunque se presentó como el Varada, investigaciones de Bloomberg revelaron que el barco original fue desmantelado en Bangladesh en 2017. El que llegó a Asia es en realidad un “barco zombi” que adoptó la identidad de una embarcación inexistente para evadir la vigilancia internacional, una práctica que va en aumento desde que Estados Unidos, bajo la administración Trump, endureció las sanciones contra el petróleo venezolano.
Este sería solo uno de al menos cuatro buques zombis detectados recientemente transportando crudo desde terminales como José y Amuay. Las embarcaciones usurpan credenciales válidas pero obsoletas, alteran sus transpondedores y apagan sus señales electrónicas para desaparecer del radar mientras cruzan rutas como el Cabo de Buena Esperanza o el Índico rumbo a Asia.
Según datos de la consultora Starboard y análisis satelital, el supuesto Varada sería en realidad el M Sophia, un petrolero sancionado por EE. UU. en enero de este año por sus vínculos con la industria rusa. Desde su llegada a Malasia, el barco fantasma fue avistado al menos cuatro veces en puntos clave de transbordo, donde suelen realizarse transferencias de crudo a otras embarcaciones con destino a China, el principal comprador del crudo venezolano en abril.
Expertos advierten que esta práctica representa una nueva fase en la red global de evasión de sanciones. “Los barcos zombis son la tercera vía”, aseguró Mark Douglas, analista marítimo. «Usan identidades robadas para mover crudo sin ser detectados».
Mientras EE. UU. advierte que sancionará a los países que sigan importando petróleo venezolano, la flota oscura parece estar siempre un paso adelante, navegando entre la opacidad, el vacío legal y el silencio electrónico.
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