De las seis refinerías encargadas de procesar el petróleo y convertirlo en combustible solo operan dos a un 6% de su capacidad instalada. De los 1.300.000 barriles que puede producir el sistema por día, hoy solo se registran 55.000 barriles. Asimismo, la baja producción del carburante ha hecho que desde el año 2009, Venezuela importe para poder cumplir con la demanda, pero desde 2019 las sanciones a Pdvsa han disminuido también estas compras, indican los expertos, lo que se ha traducido en el recrudecimiento de la escasez que ahora tiene a estados como Zulia o Táchira sin gasolina.
Desde el pasado 17 de marzo, la llegada del COVID-19 tiene a Venezuela en cuarentena obligatoria, pero no es lo único que preocupa a los ciudadanos en medio de una inminente escasez gasolina que ya no golpea solo al interior del país, ahora la capital también se ha visto afectada.
En el interior del país no todas las estaciones de servicio están operativas, cada gobernación determinó cuáles deben funcionar. El despacho de combustible está manejado por autoridades militares lo que ha generado protestas diversas.
Rafael Quiroz, economista y experto en materia petrolera asegura que la capacidad de combustible en el país está completamente mermada.
Mientras que Nelson Hernández, consultor en el área energética, enfatiza en que la escasez de gasolina data desde antes de las sanciones, que recrudecieron en 2019.
“Lo que han hecho las sanciones es dificultar, en el mercado internacional, el acceso a los volúmenes requeridos. Desde el 2010 hasta el 2017, Venezuela compró gasolina en el mercado spot (venta al mejor postor), cuando aún habían divisas y crédito internacional. En 2019, para obviar las sanciones, se utiliza la modalidad de trueque. Proporcionamos petróleo y nos regresan el combustible. Esta modalidad se ha visto disminuida en el 2020, ya que las empresas que lo realizaban han dejado de hacerlo por la aplicación de las sanciones”, explica.