Especialistas en el área de ginecología y sexualidad, afirman que los estudios han demostrado que el sexo funciona como desestresor.
Esta es una vieja práctica que se remonta a los chimpancés, que no solo descubrieron que el sexo se tenía por placer, sino también para bajar las tensiones sociales entre ellos, quedar bien los unos con los otros y arreglar problemas sociales.
Algunos estudios demuestran además que si bien una experiencia sexual aislada causa un aumento a corto plazo en el nivel de cortisol (la hormona del estrés) en roedores, tal y como ocurre tras el ejercicio físico, múltiples experiencias sexuales a diario durante un período de dos semanas consiguen reducir drásticamente la liberación de esa hormona, por lo que la persona podría estar más relajada y feliz.
El estudio publicado por la Public Library of Science journal, de tres neurocientíficos comprobaron en ratas que las que habían practicado sexo tienen menos ansiedad que las que no lo hicieron.
En el caso de las mujeres biológicamente funciona diferente y se debe a que no tienen esa carga de acumular nada, por lo tanto, la descarga de estresores es motivada por las relaciones humanas (al afecto como tal), no por el cuerpo, pero sin duda alguna le permite vivir el máximo de relajación y desestrés.
En las mujeres se libera el estrés por la oxitocina que provoca sensaciones de felicidad.
Pero además es importante resaltar que las personas sexualmente activas se enferman mucho menos debido a que el sistema inmunológico se ve reforzado por esta placentera actividad generando así más anticuerpos.
Según el estudio realizado por la Universidad de Wilkes en Pennsilvania (EEUU) se demostró que mantener relaciones sexuales 1 o 2 veces por semana eleva los niveles de ciertos anticuerpos en comparación con los que lo hacen con menos frecuencia.
El sexo suele ser un desestresor natural tanto para hombres como para mujeres.