El Nabarima, un tanquero venezolano, con más de un millón de barriles de crudo en su interior, no corre riesgo de hundirse. Según Franklin Khan, ministro de Energía de Trinidad y Tobago, el buque ha sido estabilizado de tal modo que no presenta “inclinación inmediata”.
A pesar de la buena noticia, el funcionario destacó que el trasiego de petróleo, desde los depósitos del Nabarima hasta los del petrolero Icaro, sí representa un peligro. En entrevista concedida a un medio trinitario, Khan aseguró que la operación podría generar derrames.
Un documento que pertenece a la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa) y que llegó a las manos de periodistas de la agencia Reuters, revela que la compañía venezolana descargará 10.000 barriles de crudo por día hasta la barcaza Inmaculada. Ese petróleo será llevado, más tarde, hasta el Icaro, que lo transportará hasta la refinería de Amuay, en el estado Falcón.
Las fotos del Nabarima, una plataforma flotante de almacenamiento de crudo, generaron alarma en Venezuela, pero también en Trinidad y Tobago. Las gráficas mostraban al navío notablemente escorado a estribor.
La inclinación ha sido provocada por agua de mar que se ha acumulado en las distintas salas del barco, que permanece anclado frente al Golfo de Paria, al oriente del territorio venezolano.
El eventual colapso de la embarcación provocaría una catástrofe ambiental que afectaría las costas venezolanas, pero también las trinitarias. Sus dimensiones sólo serían comprables con la tragedia ocurrida en 1989.
En marzo de aquel año, el Exxon Valdez, un petrolero de la empresa Exxon Mobile, encalló frente a las costas de Prince William Sound, un estrecho ubicado en el Golfo de Alaska. Para el momento del incidente, el buque trasladaba 10 millones de barriles de crudo.