A una semana de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, Donald Trump lanzó una promesa para nada despreciable. Este martes, en la víspera de un viaje de campaña, el mandatario aseguró que habrá plan de estímulo económico, tras los comicios de la semana entrante.
La medida, que liberaría alrededor de dos billones de dólares, brindaría oxígeno a las familias y a los pequeños empresarios. Son esos dos sectores lo más agobiados por la profunda recesión que se vive en Estados Unidos, a raíz de la pandemia causada por la Covid-19.
Trump, que ha acusado a la oposición de frenar el rescate, formuló su promesa sin que haya un acuerdo firme entre la Casa Blanca y el Congreso. Meses de negociaciones entre Steven Mnuchin, secretario del Tesoro del republicano, y Nancy Pelosi, líder de la mayoría demócrata en la Cámara Baja, no han bastado para garantizar un pacto que satisfaga a las partes.
Cuál será el monto exacto y cómo se distribuirá el dinero son dos de los puntos en disputa, que aún provocan roces entre representantes del Ejecutivo y sus adversarios en el Capitolio. Mientras los demócratas desea priorizar a los gobiernos estadales y locales, Donald Trump les ha acusado de querer favorecer “ciudades y estados demócratas mal administrados”.
En medio de los intercambios de palabras, la Covid-19 no ha dejado de ganar terreno. Estados Unidos se acerca, cada vez más, a los nueve millones de casos confirmados. Mientras tanto, el número total de muertes por el nuevo coronavirus está por encima de los 270.000 decesos.
A esa realidad se suma el hecho de que las ayudas ya aprobadas vencieron o están por expirar. Eso incluye a las moratorias de ejecución de deudores, el desalojo de inquilinos y el cobro de préstamos a emprendedores.