Julio Borges, comisionado de la Presidencia Encargada para las Relaciones Exteriores, condenó la inauguración, en Venezuela, de un concesionario de la Ferrari, la emblemática ensambladora italiana de autos deportivos.
Para Borges, la apertura del local, ubicado en la ciudad de Caracas, “es un reflejo de la indolencia y de la degradación moral de la dictadura”. Según él, la tienda de vehículos de lujo tiene un fin muy claro: facilitar el blanqueo de capitales a la narcotiranía.
“Son corruptos y lavadores de dinero que expanden sus negocios ilegales”, sentenció el canciller del Gobierno interino.
Julio Borges consideró que la inauguración del establecimiento es una afrenta para el venezolano promedio, cuyo sueldo es de menos de dos dólares al mes.