El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, está decidido a revertir las políticas de quien le precedió en el cargo. Por ese motivo, el primer mandatario firmó dos órdenes ejecutivas que, según sus propias palabras, permiten “deshacer el daño hecho por (Donald) Trump” en el ámbito sanitario.
El primero de esos decretos busca que el “Obamacare”, el programa creado tras la promulgación de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible (ACA, por sus siglas en inglés), vuelva al estadio en el que estuvo antes de la llegada de Trump a la Presidencia.
“Obamacare”, una iniciativa que entró en vigor en el año 2010, buscó ampliar la cobertura médica a unos 30 millones de estadounidenses, a través de la obligatoriedad de la compra de un seguro, pero también mediante la subvención de pólizas a familias que se encontraran muy por debajo del umbral de la pobreza.
El “Obamacare” también permitió expandir el Medicare, un plan para brindar asistencia sanitaria a adultos mayores de 65 años. Tras su afiliación, esa población podía conseguir medicamentos a precios considerablemente más bajos.
La segunda de las acciones ejecutivas pone fin a la denominada “Ley Mordaza”. Durante el gobierno de Donald Trump, el Ejecutivo emitió un memorando que suspendió las ayudas económicas para las instituciones u organizaciones, dentro o fuera de Estados Unidos, practicaran abortos o, simplemente, ofrecieran orientación sobre el procedimiento.
Algunos activistas consideraron que el decreto de Trump ponía en riesgo la vida de mujeres, pues les impedía a ellas ser atendidas en centros de salud financiados por Washington, al tiempo que prohibía al personal brindar información sobre opciones terapéuticas.
La “Ley Mordaza” también afectó a los defensores de derechos humanos, quienes quedaron imposibilitados para denunciar la muerte de mujeres a causa de abortos inseguros o para alzar la voz, con tal de exigir reformas a las leyes que regulan la interrupción del embarazo.