Reportaje de La Voz de América
El presidente francés Emmanuel Macron tiene previsto hablar al país la próxima semana, en momentos en que las autoridades toman medidas y blindan París para encarar los peores disturbios registrados en décadas.
La ira pública que se ha desatado es una reacción al alza del costo de la vida que tiene indignado a muchos franceses.
Las autoridades impondrán severas medidas de seguridad en París para evitar otro estallido de violencia durante las manifestaciones antigubernamentales.
La prefectura de París identificó 14 sectores de alto riesgo que serán desalojadas. Por ahora unos 8.000 agentes de policía patrullan las calles de la capital francesa.
Pero en todo el país se movilizarán 89.000 agentes, desde 65.000 emplazados el pasado fin de semana, cuando más de 130 personas resultaron heridas y más de 400 fueron detenidas durante los disturbios callejeros.
Contendores de vidrio, barandas y maquinarias de construcción en las zonas más críticas serán retirados en momentos en que las autoridades creen que mobiliario urbano y obras pueden ser blanco durante eventuales protestas.
El ministro del Interior, Christopher Castaner, dijo que la revuelta de los “chalecos amarillos”, que dura ya tres semanas, “ha creado un monstruo” y que la policía no tendrá tolerancia con la violencia, con grandes áreas de París clausuradas y decenas de miles de agentes desplazados por todo el país.
Las protestas de los “chalecos amarillos”, un movimiento llamado así por las chaquetas fluorescentes que los automovilistas franceses deben llevar en sus vehículos, han bautizado la protesta del sábado como el “Cuarto Acto” de las peores revueltas que vive la capital desde 1968.
Castaner indicó que es posible que los radicales vuelvan a infiltrarse en el movimiento de protesta, que surgió en respuesta al alza del costo de la vida, pero que se ha vuelto cada vez más una revuelta contra Macron, al que acusan de ser altivo y aprobar reformas favorables a la élite adinerada.
“Estas tres últimas semanas han creado un monstruo”, dijo Castaner a los periodistas. “Nuestras fuerzas de seguridad responderán con firmeza y no habrá tolerancia con nadie que capitalice la angustia de nuestros ciudadanos”.
Aliados de Macron dijeron que el presidente se dirigirá a la nación a principios de la próxima semana. El mandatario ha dejado la mayor parte de la gestión de la crisis -la peor que vive en 18 meses en el cargo- en manos de su primer ministro, Edouard Philippe, que se ha encargado de lidiar en público con los disturbios y de ofrecer concesiones.
No obstante, el mandatario de 40 años está siendo sometido a una creciente presión para que hable más, mientras su gobierno intenta recuperar la iniciativa después de tres semanas de disturbios en este país del G-7.
“El presidente hablará a principios de la próxima semana. Creo que esto es lo que quieren los franceses, quieren respuestas. El presidente enviará a los franceses el mensaje de que está escuchando su molestia (…) y que obviamente hay que encontrar nuevas soluciones”, dijo el viernes la ministra de Transporte, Elisabeth Borne, a Sud Radio.
Sería su primer discurso desde que condenó los disturbios del sábado pasado mientras participaba en la cumbre del G-20 en Argentina.
La oposición lo acusa de convertir el Palacio del Elíseo en un búnker en el que se ha refugiado.
“¿Sigue Macron todavía en Argentina? Seguro que tiene una opinión”, afirmó el líder izquierdista Jean-Luc Melenchon en Twitter el martes.
“El presidente debe hablar en persona”, dijo el jueves el líder del conservador partido opositor Republicanos, Laurent Wauquiez, a la emisora Europe 1.