La Cámara de Senadores se alista para iniciar el segundo juicio político contra Donald Trump. Aunque el magnate dejó de ser presidente el pasado 20 de enero, los demócratas y un numeroso grupo de republicanos desean procesarlo por los hechos que ocurrieron en el Capitolio, días antes de que el multimillonario abandonara la Casa Blanca.
El miércoles, 6 de enero, decenas de manifestantes pro Trump tomaron por asalto la sede del Congreso de Estados Unidos. Lo hicieron con la finalidad de impedir que se certificara la victoria electoral de Joe Biden, el demócrata que se impuso en los comicios de noviembre y cuyo triunfo fue negado por el ex mandatario republicano, con falsas afirmaciones de fraude.
En las horas previas a la embestida (que dejó saldo negativo de cinco fallecidos), Donald Trump realizó un mitin en el que pidió a sus seguidores “pelear como demonios”, con tal de mantener resguardada su presidencia. Aquel llamado fue lo que permitió a la Cámara de Representantes (controlada por los demócratas desde 2018) levantar una acusación por aparente “incitación a la insurrección”.
Ese cargo, que fue desestimado el lunes por la defensa del ex primer mandatario, será estudiado desde este 9 de febrero por los integrantes de la Cámara Alta. Sin embargo, antes de ello, los legisladores realizarán una sesión en la que se debatirá si es constitucional o no el “impeachment” contra un dirigente que estuvo a la cabeza de la Oficina Oval, pero que abandonó ese despacho hace 20 días.
Para los demócratas y para expertos conocedores de la Carta Magna estadounidense, la moción de censura es viable, pues lo que se juzga es un supuesto delito, que se habría cometido mientras su aparente autor intelectual se mantenía en el cargo. Los abogados de Trump y varios de sus acólitos republicanos piensan, en cambio, que no hay lógica en procesar a un ciudadano que podría ser expulsado de un cargo que ya no ocupa.