Este martes arrancó, en el Senado de Estados Unidos, el segundo juicio político contra Donald Trump. Se trata de un proceso sin parangón pues, gracias a él, el multimillonario pasará a la historia como el único presidente de la Unión Americana que ha enfrentado dos mociones de censura consecutivas.
Por otro lado, el “impeachment” se produce aun cuando el magnate dejó el cargo, el pasado 20 de enero. Esa realidad le convierte en el primer gobernante estadounidense que enfrenta una impugnación, a pesar de haberse marchado de la Oficina Oval.
La imputación que está sobre la mesa es “incitación a la insurrección”, una acusación que fue formulada por la Cámara de Representantes, a raíz de los eventos acontecidos en Washington D.C. el miércoles, 6 de enero.
Aquel día, una turba de manifestantes pro Trump asedió el Capitolio, la sede del Congreso de Estados Unidos. Muchos de ellos irrumpieron de forma abrupta y violenta dentro del edificio, con la única intención de impedir que los senadores certificaran la victoria electoral de Joe Biden.
Horas antes, Trump había ofrecido un discurso en las adyacencias de la Casa Blanca. En esa alocución pública, una de sus últimas como jefe de Estado, el republicano llamó a los suyos a “pelear como demonios”, con tal de mantener su Presidencia a buen resguardo.
La toma del Capitolio, a la que los medios bautizaron como el “Día de la Infamia”, culminó con destrozos dentro y fuera del inmueble, pero también con un saldo negativo de cinco personas fallecidas.
Los acusadores creen que Donald Trump fue el autor intelectual de aquella barbarie. Por ese motivo – y ya que no se le puede destituir de la Presidencia – buscarían que deje de percibir los beneficios que le corresponden por su condición de ex mandatario.
El Senado también podría imponer una sanción vitalicia, que le impediría al neoyorquino ejercer cargos de elección popular. Si ello ocurriera, el multimillonario vería frustradas sus aparentes aspiraciones de postularse a los comicios presidenciales de 2024.
Sin embargo, el veredicto de culpabilidad requiere de 67 votos favorables, dentro de una Cámara en la que las fuerzas están dividas a razón de 50 legisladores demócratas y 50 republicanos.
Suponiendo que los primeros actúen en bloque (tal y como se espera), sería necesario que 17 más se desmarquen de la disciplina interna del Partido Republicano y se sumen a la causa demócrata. Ese escenario, dicen los expertos, es poco probable.
Los otros dos posibles resultados serían una votación que culmine a favor de los demócratas, pero sin la cantidad de síes suficientes o, incluso, un empate 50 – 50. En tal caso, la vicepresidenta Kamala Harris (quien ocupa, a su vez, la presidencia del Senado) debería hacer uso de su voto preferencial. Ni siquiera ello sería suficiente para condenar a Donald Trump.