Carlos Marrón es un caraqueño, de 43 años de edad, que, desde hace una década, reside en la ciudad de Miami, en Estados Unidos. Abogado de profesión, Marrón se dedica a la venta de inmuebles y, además, hace esfuerzos para incursionar en el mundo del espectáculo.
Sin embargo, por casi dos años su vida no fue tan tranquila y estable como la que lleva en este momento. En abril de 2018, el empresario viajó a Venezuela. Lo hizo tras recibir una llamada en la que le informaban sobre el presunto secuestro de su padre.
Decidido a enfrentar el problema de manera personal, el jurista abordó un avión con destino de la República Bolivariana. Luego de arribar al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, aeroparque que sirve a la ciudad de Caracas, Carlos Marrón fue detenido.
Su arresto fue ejecutado por agentes que se encuentran al servicio de la tiranía madurista. Tras su aprehensión, efectuada de manera ilegal, Tareck William Saab, fiscal general del régimen, lo presentó como un “terrorista financiero”, que manipulada, de forma inescrupulosa, la tasa de cambio de denominado “dólar paralelo”.
La acusación, levantada sobre la base de la relación que alguna vez tuvo con el portal www.dolarpro.com, fue suficiente para que se le sindicara de publicar información falsa y lavado de dinero.
Tanto antes como después de ser imputado, Marrón se mantuvo recluido en el comando central de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), un órgano represor en el que fue torturado y sometido a tratos inhumanos.
Según su relato, en los sótanos de la Dgcim le golpearon con un bastón de metal en sus hombros, rodillas y en las plantas de los pies. También le colocaron una capucha y, luego de ello, vaciaron envases contentivos de agua, con la intención de causarle la sensación de ahogamiento.
“Te asfixian hasta que ven que te estás desvaneciendo”, contó el abogado a la agencia internacional de noticias Associated Press (AP).
En esa misma entrevista, el jurista contó que, después de ser secuestrado por el régimen, sus captores le hicieron entender que el supuesto rapto de su padre había sido un plan urdido por ellos mismos para atraerle y capturarle.
Tras 21 meses de confinamiento, en los que llegó a perder 30 kilos, Marron fue dejado en libertad. Salió de las mazmorras de la Dgcim enero de 2020, sin que se le sometiera a juicio alguno y sin que se le prescribiera pena por sus aparentes delitos.
Su caso se encuentra dentro del informe que fue presentado el año pasado por expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Ese reporte certifica que Nicolás Maduro y que los funcionario que integran su régimen usurpador han cometido crímenes de lesa humanidad.