Reportaje de la Voz de América
¿Cómo lidiar con el estado mafioso de Venezuela después del 10 de enero?. Así se llamó el foro preparado para este viernes por el Center for Strategic and International Studies (CSIS), un centro de pensamiento en Washington, DC, donde el panel de expertos discutió las implicaciones políticas, diplomáticas e incluso legales posteriores a la toma de posesión de Nicolás Maduro para asumir un segundo mandato presidencial.
“Lo que pasó ayer -el 10 de enero- tiene el potencial de forjar el futuro del país y cómo la comunidad internacional va responder”, aseguró Moisés Rendón, director asociado del Programa para las Américas del CSIS y moderador del evento, al abrir el panel.
Aproximadamente unos 50 países no reconocieron las elecciones del pasado 20 de mayo, y por ende, aseguran que a partir de esta toma de posesión, Maduro no cuenta con legitimidad de origen.
Algunos ya han tomado medidas al respecto. Como es el caso de Perú, quien prohibió la entrada a su territorio a un número importante de funcionarios relacionados con el gobierno de Venezuela.
Paraguay hizo lo propio y cortó relaciones diplomáticas con el país sudamericano y cerró su embajada. Por su parte Argentina revocó la visa a integrantes de alto nivel del gobierno.
Para responder a la premisa inicial y dar luz ante este panorama, estuvo presente William Brownfield, exsecretario de Estado Adjunto para la Lucha Antidrogas y Embajador en Venezuela, Colombia y Chile.
“El problema aquí es fundamentalmente la legitimidad del gobierno que se juramentó a él mismo por un segundo mandato ayer en Caracas”, apuntó Brownfield.
Desde el punto de vista legal, el embajador asegura que hay dos puntos en que la comunidad internacional puede decir, basado en las leyes internaciones, que un gobierno es ilegal.
Una de ellas, es por la manera en la que llega al poder y la otra cuando el gobierno o individuo que llega al poder a través de los canales democráticos, pero luego subsecuentemente actúa de manera no democrática y extra constitucional. Según la perspectivas de Brownfield, Maduro cumple ambas.