El inesperado apoyo de Estados Unidos a una suspensión de la protección de patentes para las vacunas antiCovid por la Organización mundial del comercio (OMC), con el objetivo de aumentar su producción, fue saludado por sus partidarios como un «momento histórico».
Quedan sin embargo muchos meses de negociaciones antes de que se logre un consenso. Además, la industria farmacéutica, claramente opuesta a este proyecto, va a seguir luchando para limitar su alcance.
Estos son algunos de los puntos claves sobre este crucial asunto.
La propuesta
La propuesta, presentada el 2 de octubre por Sudáfrica e India, ha recibido desde entonces el apoyo de un centenar de países y de grandes ONG, activas en los derechos humanos o la lucha contra la pobreza.
El texto inicial propone acordar una derogación temporal a ciertas obligaciones resultantes del Acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual que afectan al comercio (ADPIC) para que cualquier país pueda producir vacunas sin preocuparse de las patentes, así como medicamentos y otros materiales médicos.
La derogación duraría hasta «que se haya implementado a escala mundial una vacunación ampliamente extendida, y que la mayoría de la población mundial esté inmunizada».
El Consejo general de la OMC, órgano de decisión supremo, debatió el tema el miércoles, antes del anuncio espectacular de Washington.
India y Sudáfrica han prometido presentar rápidamente un texto enmendado que incluya «compromisos», según la OMC.
Tres reuniones dedicadas a este asunto se van a celebrar antes de fin de mayo y luego el 8 y 9 de junio.
A favor
Los países a favor de la iniciativa, apoyados por ONG como médicos sin Fronteras o HRW, y también por la Organización mundial de la Salud (OMS), consideran que gracias a la multiplicación de lugares de fabricación se facilitaría el rápido acceso a productos médicos y a precios asequibles a los países más desfavorecidos.
Marruecos, Egipto, Indonesia o Pakistán han indicado que tenían las «capacidades de producción» si se suspenden las patentes.
«La Administración (Biden) cree firmemente en las protecciones a la propiedad intelectual, pero para acabar con esta pandemia apoya que se levanten estas protecciones para las vacunas contra el Covid-19», declaró la representante estadounidense de Comercio Katherine Tai en un comunicado. Ello supone un radical cambio de opinión al respecto de Estados Unidos.
En contra
Para Thomas Cueni, presidente de Federación internacional de la industria farmacéutica (Ifpma), «suprimir patentes o imponer una suspensión no va a producir una sola dosis (de vacuna) más. Es ante todo una cuestión de pericia»
Pero el frente de países opuestos se resquebraja tras el cambio de Washington.
Estos opositores citan el esfuerzo financiero realizado por los laboratorios –miles de millones, en parte con fondos públicos– y el freno a las inversiones futuras que se produciría si no se obtienen beneficios.
Los grupos farmacéuticos subrayan que han suscrito ya 275 acuerdos de asociación, incluso de transferencia tecnológica, para aumentar lo más rápido posible la producción y llegar a producir 10.000 millones de dosis en 2021.
Muchos industriales subrayan que el problema no es tanto la propiedad intelectual como las barreras aduaneras o la penuria de ciertos ingredientes, que pueden paralizar la producción.
Estiman además que más de un centenar de ingredientes que entran en la fabricación de una vacuna son difíciles de encontrar actualmente, sea porque su exportaciòn está bloqueada o porque su demanda es muy elevada.
El ejemplo del sida
A fines de los años 90, los antiretrovirales revolucionan los tratamientos contra el virus del sida. Las triterapias empezaban a salvar miles de vidas, pero su precio era inalcanzable para la inmensa mayoría de los seropositivos.
Hubo que esperar hasta principios de los años 2000 para que se firmaran varios acuerdos para facilitar la fabricación y la distribución de medicamentos antiretrovirales genéricos a bajo precio para los países pobres.
En 2003, un acuerdo temporal, confirmado a fines de 2005, consiguió introducir una exención al derecho de propiedad intelectual que permitía a los países pobres afectados por graves enfermedades infecciosas -paludismo, tuberculosis, SIDA- importar medicamentos genéricos en el caso de que no los pudieran producir ellos mismo.
Con información de AFP