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NY Times | Régimen de Maduro confirma la muerte de Santrich

Un prominente ex comandante del mayor grupo guerrillero de Colombia, conocido con el alias de Jesús Santrich, fue abatido en Venezuela, de acuerdo el testimonio que brindaron tres altos funcionarios del régimen venezolano cercanos a las fuerzas de seguridad del país al New York Times.

Los funcionarios, quienes solicitaron el anonimato para discutir asuntos de seguridad nacional, no dijeron cómo murió. El grupo armado que dirigía confirmó su fallecimiento en un mensaje en su sitio web, culpando de la muerte a los fuerzas especiales colombianas, sin aportar ninguna evidencia. Los funcionarios colombianos dicen que todavía están haciendo esfuerzos para confirmar su muerte y no respondieron de inmediato a la acusación del grupo.

El líder rebelde, llamado Seuxis Hernández Solarte, ayudó a dirigir a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), antes de convertirse en uno de los negociadores que llegó a un acuerdo de paz con el gobierno de Colombia en 2016 para terminar con cinco décadas de conflicto.

Después se apartó del acuerdo y volvió a las armas.

Hernández —conocido en todo el país porque a menudo llevaba gafas oscuras y una bufanda a cuadros— era, de muchos modos, un símbolo del complicado equilibrio que Colombia ha tenido que mantener mientras intenta superar el conflicto sangriento que desplazó a millones, mató al menos a 220.000 personas y definió a la nación durante generaciones.

Cuando los rebeldes desmovilizados crearon un partido político y recibieron curules en el Congreso como parte del acuerdo, uno de los escaños se le asignó a Hernández, quien nunca ocupó el cargo pues las autoridades en Colombia y Estados Unidos lo acusaron de volver al narcotráfico, en violación del acuerdo.

Tras su detención por esos cargos y su posterior liberación de prisión, desapareció del ojo público solo para resurgir junto a otro líder rebelde, Luciano Marín, alias Iván Márquez, en un video de 2019 en el que volvían a lanzar un llamado a las armas bajo el argumento de que el gobierno no había cumplido con su parte del trato.

El anuncio de los dos exlíderes fue un golpe a las esperanzas de Colombia de alcanzar una paz duradera, debido a que ese acuerdo ya había sido perjudicado por el fracaso de ambos lados para cumplir con sus condiciones. El campo sigue siendo escenario de masacres, desplazamiento forzoso y reclutamiento y asesinato de niños.

Los críticos del acuerdo de paz dijeron que Hernández era la prueba de que las FARC jamás renunciarían al conflicto o al delito, mientras que los partidarios del acuerdo advertían que la gran mayoría de los excombatientes habían, de hecho, renunciado a las armas; y han señalado que el hecho de que el gobierno colombiano fracasara en implementar la paz estaba contribuyendo a que algunas personas regresaran a la selva.

Funcionarios colombianos han argumentado, sin mostrar evidencias concretas, que Hernández se escondía en la vecina Venezuela, en donde el presidente Nicolás Maduro, el rival izquierdista del gobierno conservador colombiano, ha permitido que grupos armados colombianos se refugien e incluso prosperen. Varios grupos colombianos se han apoderado de las rutas del narcotráfico y la minería ilegal en Venezuela, según analistas de seguridad y personas que viven en la frontera entre Colombia y Venezuela.

Tras el acuerdo de paz de 2016, alrededor de 13.000 combatientes de las FARC renunciaron a las armas. Pero algunos se rehusaron a hacerlo y han conformado un nuevo grupo conocido como las disidencias de las FARC. Hernández se había convertido en el líder de Segunda Marquetalia, uno de esos grupos.

En un mensaje en su sitio web el martes por la noche, el grupo dijo que Hernández había muerto el lunes en la parte venezolana de la región montañosa del Perijá, que separa a los dos países. Viajaba cuando su camioneta fue atacada con disparos y granadas, aseguró el grupo. The New York Times no pudo verificar de forma independiente esta versión.

Adam Isacson, experto en Colombia para la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por su sigla en inglés), dijo que la muerte de Hernández es un “golpe simbólico” a Segunda Marquetalia, y que la presencia del líder rebelde en Venezuela demostraba cuánto habían penetrado en ese país los disidentes.

Su muerte llega en un momento de gran tensión entre Colombia y Venezuela —que se han culpado mutuamente por albergar a los insurgentes— y entre los gobiernos de ambos países y los disidentes de las FARC dentro de sus fronteras.

En marzo, el ejército de Venezuela lanzó su mayor operación en décadas para desalojar a una facción disidente de las FARC rival de la Segunda Marquetalia conocida como el Frente Décimo, con lo que se rompían años de tolerancia de facto hacia las guerrillas colombianas en territorio venezolano.

Justo antes de su muerte, la Corte Suprema de Justicia de Colombia había indicado que estaba a favor de extraditar a Hernández a Estados Unidos para enfrentar los cargos de narcotráfico que pesan en su contra. Las autoridades de Estados Unidos lo acusan de producir y distribuir unas 10 toneladas de cocaína en Estados Unidos.

 

Con información del New York Times