Francia pidió este lunes explicaciones a Estados Unidos y Dinamarca sobre las acusaciones de que sus servicios de inteligencia espiaron a responsables políticos europeos, un nuevo capítulo de las escuchas entre aliados, ocho años después del escándalo provocado por las denuncias del informático estadounidense Edward Snowden.
Según una investigación de la televisión pública danesa Danmarks Radio (DR) publicada el domingo de noche junto a varios medios europeos, Washington utilizó estas instalaciones danesas al menos hasta 2014 para poder escuchar a varios altos dirigentes de cuatro países (Alemania, Suecia, Noruega y Francia), entre ellos la canciller alemana Angela Merkel.
«Esto es extremadamente grave, hay que verificar si los daneses, socios nuestros en la UE, han cometido errores o faltas en su cooperación con los servicios estadounidenses», indicó el secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Clement Beaune.
En lo que concierne a la parte estadounidense, el ministro llamó a «constatar si efectivamente, hubo (…) escuchas, espionaje a los líderes políticos», sin descartar la posibilidad de «evaluar las consecuencias de esto en términos de cooperación».
El espionaje al más alto nivel de Washington a sus aliados europeos es ampliamente conocido tras las revelaciones de Edward Snowden, pero el rol que pudieron haber desempeñado países de la UE en la operación amplía todavía más el escándalo.
De acuerdo a DR, la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) tuvo acceso a SMS, llamadas telefónicas y actividades a través de Internet, lo que incluye búsquedas, chats y servicios de mensajería de los funcionarios espiados, entre los cuales figura también el ministro de Relaciones Exteriores alemán de la época, Frank-Walter Steinmeier.
¿Qué sabía Copenhague al respecto? ¿Podría este espionaje de funcionarios realizarse merced a su colaboración en el programa «XKeyscore», sin su conocimiento?
Las revelaciones de DR del domingo están basadas en un informe confidencial de la inteligencia militar danesa (FE). Bautizada «Operación Dunhammer», fue ordenada en fecha desconocida por la dirección de la FE después del caso Snowden –algo que sugiere que este servicio podría no estar al corriente–, y que fuera entregado en mayo de 2015.
Solicitada por AFP, FE rechazó hacer comentarios. Sin expresarse directamente sobre estos hechos, la ministra de Defensa Trine Bramsen, consideró «inaceptable», en un breve comunicado, «el espionaje sistemático a sus aliados cercanos».
Este caso arroja nueva luz sobre la destitución en agosto de 2020 del jefe de la FE, Lars Findsen, su antecesor, Thomas Ahrenkiel –a quien se le había prometido el cargo de embajador nada menos que en Berlín–, y de otros tres agentes. Fueron destituidos por Bramsen quien, de acuerdo a DR, fue informada precisamente del espionaje a europeos al mismo tiempo.
La razón precisa de la separación de sus cargos nunca se hizo pública. Pero el gobierno les reprochó haber «escondido informaciones esenciales y cruciales» y además de «proporcionar información incorrecta» sobre la obtenida entre 2014 y 2020.
El servicio fue criticado además por obtener información «no autorizada» sobre ciudadanos daneses y no haber «seguido o investigado otros indicios de espionaje».
«Se trata de nuevas piezas del rompecabezas. Es exactamente el mismo escándalo que aquel que demostró que los servicios alemanes habían ayudado a los estadounidenses a espiar hace algunos años», indicó a la AFP Thomas Wegener Friis, experto en inteligencia de la universidad del Sur de Dinamarca.
Con información de AFP