Los votos del campo, la selva y del exterior pueden definir el balotaje presidencial del domingo en Perú, donde la derechista Keiko Fujimori supera al izquierdista Pedro Castillo, en un país devastado por la pandemia, en recesión y bajo incertidumbre política.
El conteo oficial lo encabeza Fujimori con 50,222% de votos, seguido de Castillo con 49,77%, según reporte de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), con el 91,42% de las mesas de sufragio escrutadas, divulgado la madrugada del lunes.
Horas antes, el primer escrutinio oficial del 42% de las mesas provocó estallidos de júbilo en distritos acomodados de Lima, como Miraflores, donde la gente salió a las ventanas de sus viviendas a celebrar una victoria parcial de Fujimori.
Gritos de «¡Viva el Perú!», «¡Ganó Keiko!», resonaron desde edificios en medio de calles desiertas por el toque de queda nocturno vigente por la pandemia, constató un periodista de la AFP.
Los primeros resultados inyectaron ánimo a quienes temen ver a su país «caer en el comunismo» si Castillo es presidente.
Unas horas antes, un sondeo a boca de urna de la firma Ipsos había dado ventaja a Fujimori de 50,3% sobre el 49,7% de su rival, pero después un conteo rápido de votos de la misma encuestadora arrojó un resultado inverso, con 50,2% para el maestro de escuela rural y 49,8% para la hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori
.El conteo rápido, que tiene un margen de error de 1%, «nunca se ha equivocado» en las elecciones presidenciales peruanas, destacó Fernando Tuesta, exjefe de la ONPE.
«Lo más cercano al resultado final es el [conteo rápido] de Ipsos», remarcó Tuesta a través de Twitter.
La ONPE siempre entrega en sus primeros reportes resultados de zonas urbanas y el porcentaje faltante, que demora en ser escrutado, proviene de zonas rurales, selváticas y del extranjero.
Si no hay contratiempos este lunes los resultados pueden alcanzar niveles irreversible, pero no se descartan impugnaciones de votos, lo que retrasaría la definición en caso de una estrecha diferencia.
Ante todo calma
Castillo, de 51 años, reaccionó con calma al escrutinio parcial y desde su natal Cajamarca (norte) advirtió que aún «falta que se cuenten nuestros votos, de la zona rural».
Fujimori, de 46, no se pronunció sobre las primeras cifras oficiales, que recibió con su familia en su hogar en Lima. Poco antes había comentado que los resultados de boca de urna debían ser tomados con «prudencia» porque el margen de diferencia era «pequeño».
«Aquí no hay un ganador o perdedor, aquí lo que se tiene que buscar finalmente es la unidad de todos los peruanos», agregó con gesto adusto.
Una misión de observación electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) está en Perú vigilando los comicios, al mando de Rubén Ramírez, excanciller de Paraguay, y ha respaldado hasta ahora la labor de las autoridades electorales peruanas.
¿Una mujer o un pobre?
Keiko Fujimori puede acabar siendo la primera presidenta de Perú, meta para la que ha trabajado 15 años desde que asumió la tarea de reconstruir casi desde las cenizas el movimiento político derechista fundado por su padre en 1990.
Pero perder el balotaje no solo le implicaría su tercera derrota en las urnas, sino que tendrá que ir a juicio con riesgo de terminar en la cárcel.
Fujimori está bajo la lupa de la fiscalía por el caso de los aportes ilegales del gigante brasileño de la construcción Odebrecht, un escándalo que salpicó además a cuatro expresidentes peruanos. Ya estuvo 16 meses en prisión preventiva por esta causa.
Casada y con dos hijas, si ella gana marcaría un precedente al ser la primera mujer en las Américas en llegar al poder siguiendo las huellas de su padre.
En la otra mano está Castillo, que salió del anonimato hace cuatro años al liderar una huelga del magisterio y que, de vencer, sería el primer mandatario peruano sin lazos con las élites política, económica y cultural.
Castillo «sería el primer presidente pobre del Perú», definió el analista Hugo Otero a la AFP.
En cuidados intensivos
El nuevo presidente tomará el 28 de julio las riendas de un país en crisis, que ha tenido cuatro mandatarios desde 2018, que registra la mayor tasa de mortalidad del mundo por la pandemia, con más de 185.000 muertos en una población de 33 millones de habitantes.
La crisis sanitaria obligó el año pasado a semiparalizar la economía por más de 100 días, lo que acarreó una recesión y una caída del PIB de 11,12% en 2020.
Con información de AFP