La proclamación oficial de Pedro Castillo como presidente electo de Perú es inminente después de que los jurados electorales hayan tardado mes y medio en procesar y rechazar más de mil recursos e impugnaciones de la derechista Keiko Fujimori, que persiste en denunciar sin pruebas un supuesto “fraude”.
A falta de una semana escasa para el cambio presidencial, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) declaró este lunes infundados los últimos cinco recursos presentados por Fuerza Popular, el partido de Fujimori, que impedían hasta ahora oficializar los resultados electorales.
Así lo confirmaron a la agencia EFE fuentes del JNE, cuyo pleno tiene por primera vez el camino libre y sin trabas para procesar los resultados remitidos por cada uno de los 60 jurados especiales que componen el sistema electoral peruano.
En su resolución ratificarán previsiblemente los resultados del escrutinio realizado por la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), donde Castillo obtuvo el 50,12% de los votos válidos, con un estrecho margen de apenas 44.000 votos sobre su rival.
Esa escasa ventaja fue aprovechada por la derecha peruana para enfatizar la polarización de la campaña electoral y llevar al país a una tensión inédita ante su negativa a admitir los resultados, con exhortaciones incluidas a las fuerzas armadas a desobedecer a Castillo.
En ese periodo se han sucedido manifestaciones, especialmente en la capital, que en ocasiones se han vuelto violentas como cuando el pasado fin de semana un grupo de simpatizantes de Fujimori quiso llegar al Palacio de Gobierno de Lima, en medio del pulso de la candidata presidencial con los órganos electorales.
Desde que el escrutinio ya anticipaba al día siguiente de la votación su tercera derrota consecutiva en unas elecciones presidenciales, la hija del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), que se postulaba bajo una acusación de más de 30 años de cárcel por presunto lavado de dinero, clamó “fraude sistemático”.
En una estrategia muy similar a la utilizada por Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, Fujimori intentó anular unos 200.000 votos de zonas andinas, rurales y pobres donde Castillo había obtenido un apoyo abrumador, en su mayoría por presuntas firmas falsas que nunca pudo acreditar.
Lejos de comprobarse las denuncias, numerosos supuestos afectados por este fraude salieron públicamente a desmentir a Fujimori y a reafirmar que las firmas de las actas electorales eran suyas. Al mismo tiempo, la legitimidad de los comicios peruanos fue refrendada por organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea (UE), así como por los Gobiernos de Estados Unidos y Canadá, entre otros países e instituciones multilaterales.