El flamante presidente de Perú, el izquierdista Pedro Castillo, designará este jueves a su jefe de gabinete en una ceremonia con dignatarios extranjeros en el sitio de la histórica batalla de Ayacucho de 1824, al día siguiente de su investidura en un clima polarizado.
Castillo inició su mandato de cinco años en medio de la esperanza de millares de compatriotas, pero también inquietud de buena parte de los peruanos que temen un brusco giro hacia el socialismo tras décadas de políticas liberales.
«Va a tener que ser un jefe de gabinete que refleje en la práctica su discurso [de investidura], y en él Castillo ha planteado buscar consensos, gobernar con amplitud», dijo a la AFP el analista Hugo Otero sobre una designación que los peruanos esperan desde hace 10 días.
En su investidura, Castillo anunció que enviará al Congreso un proyecto para reformar la Constitución, que privilegia el liberalismo económico y fue promulgada en 1993 por el presidente Alberto Fujimori, el encarcelado padre de su rival en el balotaje del pasado 6 de junio, Keiko Fujimori.
Keiko respondió diciendo que su partido, Fuerza Popular, «será un firme muro de contención frente a su amenaza latente de una nueva Constitución comunista», mientras decenas de sus partidarios se manifestaban en las calles contra el nuevo gobernante, un maestro rural de la región norteña de Cajamarca.
«Insistiremos en esta propuesta, pero dentro del marco legal que la Constitución proporciona. Tendremos que conciliar posiciones con el Congreso», indicó Castillo, cuyo partido Perú Libre tiene solo 37 de los 130 escaños. La segunda bancada es Fuerza Popular, con 24.
– «Precariedad e improvisación» –
Castillo anunció además que no dirigirá el país desde el Palacio de Pizarro, la casa de gobierno, pues planea convertirlo en un museo, y prometió que al término de su mandato retomará sus «labores docentes de siempre», en alusión a que no pretende eternizarse en el poder.
La propuesta de reconvertir el Palacio también generó polémicas y Otero estimó que «transformarlo en museo va a requerir una fortuna».
Castillo y varios dignatarios extranjeros llegaron la mañana del jueves a la ciudad andina de Ayacucho para asistir a una ceremonia en la Pampa de la Quinua, escenario de la batalla de Ayacucho del 9 de diciembre de 1824, que selló la independencia de Perú y del resto de la América española.
Miles de lugareños se congregaron desde temprano en el sitio de la batalla, situado a 3.400 metros sobre el nivel del mar, donde un obelisco de mármol conmemora la victoria patriota.
En ese histórico sitio -donde en décadas pasadas también se reunieron mandatarios sudamericanos- Castillo juramentará al jefe de gabinete, cuyo nombre ha mantenido en reserva, y el viernes designará a sus otros 18 ministros.
«Es insólito que el presidente Castillo no haya podido empezar su gobierno con un gabinete, lo cual refleja, por un lado, precariedad e improvisación que ahonda su sensación de debilidad», escribió el columnista Augusto Álvarez Rodrich en el diario La República.
La designación de los principales colaboradores del nuevo presidente debe enviar una señal a los mercados, que se intranquilizaron tras el anuncio de la reforma constitucional aunque ésta era una promesa de campaña.
La reforma causa «más inestabilidad» y «un clima de desconfianza», declaró el jefe de la organización de la cúpula empresarial peruana (Confiep), Óscar Caipo, a la radio RPP.
«El gabinete, creo yo, va a ser de conducción amplia del Estado, no sectaria», estimó por su lado Otero, exasesor del difunto presidente Alan García.
– Giro hacia Venezuela –
Castillo reiteró en su primer mensaje que no hará expropiaciones, aunque aclaró que promoverá un «nuevo pacto con los inversores privados».
El mandatario tiene el desafío de reactivar una economía fuertemente golpeada por la pandemia, que se hundió 11,12% en 2020, así como acabar con las convulsiones políticas que llevaron al país a tener tres presidentes en noviembre de 2020.
Horas después de la juramentación de Castillo llegó a Lima el canciller del gobierno venezolano de Nicolás Maduro, Jorge Arreaza, cuya visita marca un giro en la política exterior de Perú, que en 2019 reconoció al opositor Juan Guaidó como gobernante interino venezolano, igual que otros 60 países.
Venezuela fue tema recurrente en la campaña del balotaje, pues la candidata Fujimori afirmaba que su adversario pretendía seguir los pasos de Maduro. Castillo ha negado ser «chavista» o querer copiar el modelo venezolano.
A la juramentación asistieron el rey Felipe VI de España, cinco presidentes (Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y Ecuador) y dos vicepresidentes (Brasil y Uruguay), así como un enviado del presidente estadounidense, Joe Biden, el secretario de Educación, Miguel Cardona.
Castillo recibió el lunes una llamada telefónica del jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, quien junto con felicitarlo le expresó que Washington espera de él «un rol constructivo» respecto de Venezuela, Cuba y Nicaragua.