Datos recientes generan dudas sobre el nivel de eficacia de las vacunas para impedir una infección por la variante delta y su transmisión. ¿Cuáles son las consecuencias para la gestión de la pandemia? ¿Y por qué, pese a todo, las vacunas siguen constituyendo la mejor protección?
Una «imperfecta» protección
Las vacunas son extremadamente eficaces contra las formas graves de coronavirus pero proporcionan solamente una protección parcial contra una infección por la variante delta, ahora dominante en el mundo, según datos británicos e israelíes.
Un estudio inglés realizado del 24 de junio al 12 de julio, y hecho público este miércoles, concluye que hay una «eficacia imperfecta de la vacuna contra la infección». La vacuna es eficaz en 49% contra la infección entre edades de 18 a 64 años, y se eleva a 59% para las infecciones sintomáticas.
Los vacunados tienen tres veces menos posibilidades de dar positivo al virus. «Siempre hay un riesgo de infección, ninguna vacuna es eficaz 100%», subraya Paul Elliott, responsable del estudio.
Seis semanas antes, otro estudio británico llegó a la conclusión de que la vacuna Pfizer/BioNTech era eficaz en un 88% contra la forma sintomática del covid causado por la variante delta, y AstraZeneca, en un 60%.
En Israel, país confrontado más tardíamente a esta variante, datos oficiales publicados el 22 de julio muestran una eficacia de solamente 39% de la vacuna Pfizer/BioNTech contra la contaminación, y de 40,5% contra un covid sintomático.
Estas cifras deben ser tomadas con prudencia, advierten varios epidemiólogos, ya que se aplican a un período en el que Israel registraba relativamente pocos casos en total (entre el 20 de junio y el 17 de julio).
Si se confirmaran, estos índices de eficacia podrían indicar un retroceso en la inmunidad de los vacunados desde hace meses, o una superior capacidad de la variante delta respecto a precedentes cepas a eludir las defensas inmunitarias, gracias a su aptitud a replicarse más rápidamente.
¿Cómo contagian los vacunados infectados?
El estudio de un ‘cluster’ (foco de contagios) en el estado del Massachusetts, revelado la semana pasada, sorprendió por la cantidad de virus hallado en personas vacunadas e infectadas, comparable a la de los no vacunados.
«Algunas personas infectadas por la variante delta tras ser vacunadas pueden ser contagiosas y transmitir el virus a otras personas» comentó Rochelle Walensky, directora de los Centros de prevención de lucha contra las enfermedades (CDC) de Estados Unidos, calificando estos datos de «inquietantes».
Pero ahí también los especialistas invitan a la prudencia.
«Hasta ahora, los demás estudios han mostrado que las personas vacunadas infectadas tienen un carga viral más débil y por tanto transmiten probablemente mucho menos que las personas no vacunadas» explica a la AFP la inmunóloga Claude-Agnès Reynaud, directora de investigación en el francés CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica) .
¿Qué consecuencias para la gestión de la pandemia?
Estos datos confirman que la vacuna no otorga una inmunidad total y que el coronavirus puede seguir circulando entre las personas vacunadas.
Pero no debe olvidarse lo esencial: el número de personas contaminadas por cada nuevo caso positivo será menor si está en presencia de individuos vacunados, más difíciles de infectar.
La vacunación «crea un barrera a la transmisión del virus a nivel de la población» resume la viróloga Angela Rasmussen.
«El problema es que no hay bastantes barreras» para impedir que el virus consiga «hallar un nuevo receptor» y deje de circular, agrega, por lo que hay que mantener «barreras suplementarias».
«Por ello, se pide a la gente que siga llevando mascarilla en lugares cerrados, en aglomeraciones o ante personas frágiles» explica la epidemióloga francesa Odile Launay.
Tal es la conclusión a la que llegaron las autoridades sanitarias de Estados Unidos, que vuelven a recomendar para personas vacunadas el uso de mascarilla en interiores de alto riesgo.
Con información de AFP