El Consejo Superior de la Democracia Cristiana (ODCA) considera que la problemática de Venezuela no radica en la falta de diálogo entre quienes tienen secuestrado el poder real y quienes se dicen oposición.
«Esa es una narrativa falaz que busca arropar la realidad terrible de una nación invadida por fuerzas extranjeras, destrozada institucionalmente, arruinada económicamente y manejada por grupos criminales. Hacer el juego a la tiranía es facilitar y proyectar la falsa narrativa que busca, una vez más, decir que en la transacción o cohabitación está el camino de la solución a los problemas del país», explican.
La dictadura no quiere diálogo auténtico.
A su juicio, la dictadura no ha buscado, ni busca, ni buscará negociaciones verdaderas que conduzcan a la libertad y a la democracia. La dictadura no aceptará elecciones libres que permitan a las mayorías ciudadanas separarla del poder. Entre otras cosas, porque la dictadura cubana impedirá a la dictadura venezolana cualquier movimiento en dirección al cabal ejercicio de nuestra soberanía.
En diciembre de 2020 por iniciativa de la sociedad civil, respaldada por los partidos de oposición, se consultó a los venezolanos: 1- Si rechazaban los fraudulentos comicios legislativos convocados por Maduro el 6 de diciembre de ese año. 2- Si se pronunciaban por el final de la usurpación de Nicolás Maduro y la convocatoria de Elecciones Presidenciales y Parlamentarias libres y limpias controladas por un Consejo Nacional Electoral imparcial. 3- Si se realizaban las gestiones necesarias con la comunidad internacional para afrontar la crisis humanitaria.
Según informaron los organizadores del evento, durante seis días votaron 6, 4 millones de personas, de las cuales 3,2 millones participaron en Venezuela y 845 mil en el exterior, mientras 2 millones realizaron su votación de manera virtual. A pesar de todas las dificultades que se enfrentaron, esta consulta resultó un éxito en contraste con la escuálida concurrencia de las fraudulentas elecciones parlamentarias oficialistas que se habían efectuado semanas antes.
Lo más importante de esa convocatoria fue la ratificación de la oposición como una amplia mayoría nacional, mientras Maduro y su Asamblea ilegítima siguieron desconocidos por los venezolanos y por la comunidad internacional. Este compromiso asumido con el país señala la línea política correcta, sobre todo ahora que el repudio al régimen y al comunismo (como es evidente con las protestas populares en Cuba) es aún mayor.
Todas las negociaciones que se han realizado hasta ahora han sido maniobras de la tiranía, que por su diseño y motivación han fracasado. Lo mismo ocurrirá con las nuevas negociaciones que ahora se inician, y también con los comicios regionales, que con la misma intención, están planteados. La gente sabe que el régimen que preside Nicolás Maduro no va a ceder en nada que afecte su ilegítimo ejercicio del poder. La dictadura se mantiene en su posición intransigente. No le importa aumentar su desprestigio. Lo que le interesa es arrastrar a su terreno a los partidos de oposición.
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