Una empresa venezolana con sede en Colombia se ha convertido en un nuevo caballo de batalla. La lucha por el control de la compañía Monómeros augura un conflicto doble: por un lado, entre el Gobierno de Venezuela y la oposición, que negocian en México un acuerdo para salir de la crisis; por otro, entre los Ejecutivos que presiden Nicolás Maduro e Iván Duque, enemigos acérrimos que no necesitan de mucho para encender una mecha candente desde que el colombiano llegó al poder.
Maduro ha lanzado en las últimas semanas una ofensiva en defensa de la empresa de agroquímicos Monómeros y con esta, ha aumentado los ataques a Colombia. La compañía, con sede en Barranquilla, es uno de los activos que se entregó al líder opositor Juan Guaidó cuando se autoproclamó presidente de Venezuela. Maduro pretende incluir el control de Monómeros en las negociaciones con la oposición en México bajo el argumento de que si la empresa está bajo control de su Administración representaría una importante entrada de divisas para el país. “Monómeros debe volver a sus dueños”, ha repetido el presidente, cuyas palabras han ido subiendo de tono en la medida en que Colombia ha dado señales de no estar de acuerdo con soltar la empresa.
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El tema empezó a moverse en agosto cuando el Gobierno de Venezuela convocó a productores a una reunión en Caracas para pedirles que se sumaran a la campaña que había emprendido para que Monómeros vuelva a estar bajo su control, con la promesa de darles acceso a fertilizantes. “Si todo se está poniendo en su lugar, Monómeros debe volver a sus dueños, a su empresa matriz, Pequiven, para que todos los productos de Monómeros vengan a Venezuela a contribuir en la recuperación económica integral del país”, ha dicho el mandatario en las últimas semanas. Maduro acusa recurrentemente a Guaidó de “haberse robado” la refinería Citgo y Monómeros, que es el principal proveedor en Colombia de fertilizantes y tiene un lugar importante en la industria de alimentos para animales.
Guaidó, por su lado, anunció que solicitará una nueva auditoría externa a Monómeros y aseguró que la posesión de la empresa continúa en manos de Venezuela. “Como hemos hecho con todos los activos, haremos los esfuerzos para recuperarlos de la mano de un aliado importantísimo como es Colombia”. Señaló que tras la renuncia de Carmen Elisa Fernández la junta será reestructurada.
El reconocimiento de Duque a Guaidó —como consecuencia de su desconocimiento al mandato de Maduro— fue lo que permitió que la oposición venezolana tomara control de la empresa hace dos años. En medio de esta guerra por los activos venezolanos entre el Gobierno de Maduro y el interinato de Guaidó, el mes pasado PDVSA vendió su participación de 49% en la Refinería Dominicana de Petróleo PDV (Refidomsa) para cumplir compromisos de la deuda externa. En esa transacción de la que se supo apenas por un comunicado divulgado en Twitter por el ministro de Petróleo de Maduro, Tareck El Aissami, República Dominicana quedó como única dueña de este complejo. El Gobierno dominicano aseguró que las sanciones estadounidenses sobre la estatal venezolana y el régimen de Maduro habían complicado el acceso a créditos internacionales y los vínculos de la empresa con proveedores.
El debate sobre Monómeros tensa la ya difícil relación entre Maduro y Duque. Colombia aseguró hace unas semanas que el atentado al helicóptero en el que viajaba el presidente el pasado junio se había planeado en Venezuela. El entonces ministro venezolano de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, respondió y acusó a Duque de usar su país para ocultar la “tragedia” colombiana. Duque señala a Venezuela como refugio de disidentes de las FARC y tropas del ELN y Maduro asegura que Colombia busca entorpecer los diálogos con la oposición en México.
Sobre el nuevo pulso entre los dos países, el presidente colombiano apenas ha lanzado un par de mensajes en Twitter. “El retorno de la democracia a Venezuela es fundamental y cualquier acuerdo que consolide la dictadura será una tragedia continental que solo fomentará el éxodo y la miseria”, escribió Duque.
Antes de que Monómeros pasara a manos de Juan Guaidó y la junta ad hoc que designó para su operación, la empresa venía supliendo las fallas de su empresa matriz Pequiven que hoy, por el avanzado deterioro, es mucho más pequeña que su filial en Barranquilla, según el experto petrolero Rafael Quiroz. Pese a que el año antes del cambio en la gerencia había reportado pérdidas y había reducido su capacidad, la empresa provee a 40% de los productores colombianos y 70% de los caficultores y exporta a 50 países
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