Seis años después del horror, las autoridades francesas rindieron este sábado varios homenajes en París y su suburbio de Saint-Denis a las víctimas de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en momentos que se lleva a cabo el juicio contra sus responsables.
Acompañado por la alcaldesa de París Anne Hidalgo, el primer ministro francés Jean Castex comenzó la gira de homenajes depositando una ofrenda de flores seguida de un minuto de silencio frente a Stade de France, antes de dirigirse a las terrazas de los cafés y a la sala de conciertos del Bataclan en París, donde los comandos, teleguiados por el grupo yihadista Estado Islámico, mataron a 130 personas y hirieron a más de 350 en aquella fatídica noche.
De su lado, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, que cierra este sábado una visita de cuatro días a Francia, depositó poco después de mediodía un ramo de flores blancas frente al café Carillon y luego entró brevemente a este lugar, uno de los escenarios de los ataques.
Esta serie de homenajes terminará por la noche con el minuto de silencio que también se observará justo antes del inicio del partido de fútbol Francia-Kazajistán (19H45 GMT) en el Stade de France.
Ante el Bataclan, los supervivientes y los familiares de las víctimas escucharon con emoción los nombres de cada una de las 90 personas que murieron en la sala de conciertos.
Después de una ceremonia sin público en 2020 a causa de la pandemia de covid-19, la conmemoración parece más importante que nunca, paralelamente a un juicio histórico que, desde septiembre, reaviva el recuerdo del ataque terrorista más mortífero jamás cometido en Francia.
«El juicio nos acerca a todos y hay un deseo muy fuerte de encontrarse en un marco conmemorativo», explicó a la AFP Arthur Denouveaux, presidente de la asociación de víctimas Life for Paris.
Estrés postraumático, culpa del superviviente, desfase persistente con el resto de la sociedad… los testimonios de las víctimas y de sus familiares revelan las cicatrices indelebles y la magnitud de los daños psicológicos que causaron esos atentados en centenares de vidas destrozadas.
Para afrontar el resto del juicio, que continuará hasta finales de mayo, «la gente siente que es importante acercarse unos a otros», resume Denouveaux. «Compartir todas estas experiencias en el estrado, también aumenta el sentimiento de pertenecer a una comunidad que tiene sentido», prosigue.
– Solidaridad colectiva –
De ahí una necesidad aún más fuerte de participar en las conmemoraciones, «único momento en que puede hacerse una catarsis colectiva», añade este superviviente del Bataclan.
Este año, su asociación registró unos cincuenta participantes suplementarios en la ceremonia que organiza en el ayuntamiento del 11º distrito, barrio parisino afectado por los atentados, después de los diferentes homenajes.
«El juicio sin duda reforzó la necesidad de estar juntos», confirma Philippe Duperron, presidente de la otra asociación de víctimas, 13-11-2015 Fraternidad y verdad. «En la sala hubo miradas, se tendieron las manos, se sintió mucha solidaridad», explica. Su organización también contaba con más inscritos que de costumbre para el almuerzo organizado después de la ceremonia oficial.
Este año, «la conmemoración cristaliza el gran relato compartido que actualmente se está construyendo en el juicio», observa el historiador Denis Peschanski, co-responsable del «Programa 13 Noviembre», un amplio proyecto de investigación que estudia la evolución de la memoria de los atentados a lo largo de diez años.
Las audiencias judiciales y su retransmisión por parte de la prensa «influyen en la memoria colectiva de los franceses» y permiten «completar el rompecabezas con piezas que aún no se conocían», constata.
Sus investigaciones, llevadas a cabo con una muestra representativa de la población francesa, ponen en evidencia que, más allá de la masacre en el Bataclan, el juicio «hace revivir todos los lugares afectados por el 13 de noviembre», gracias a los testimonios de las víctimas del Stade de France y de las terrazas de los cafés que el gran público tendía progresivamente a olvidar.
Seis años después de estos atentados, la amenaza terrorista sigue siendo muy elevada en Francia, pero adopta ahora nuevas formas, como lo demostraron los asesinatos de la agente de policía Stéphanie Monfermé en abril en Rambouillet -cerca de París-, o del profesor Samuel Paty en octubre de 2020.
Ahora la amenaza es conducida por agresores más «autónomos», cuyo vínculo con las organizaciones terroristas -que ya no reivindican sistemáticamente sus acciones- se distendió ampliamente.
AFP